Corina De Sousa aterrizó en Madrid en 2016 un mundo propio que fotografía en imágenes veladas, baila en perfomances con pasos de ballet y muestra en las exposiciones que promueve. Una experiencia que vuelca ahora en Franquearte, una iniciativa nacida para combatir la precariedad de muchos artistas dotándoles de estrategias y herramientas para autogestionar su obra.
«Si queremos vivir del arte, tenemos que aprender a tener un equilibrio entre creación y modelo de negocio.»
Transcripción
Mi profesión
Mi nombre es Corina de Sousa. Nací, estudié y crecí en Venezuela hasta el 2016, cuando emprendí la aventura de emigrar. Aunque soy psicóloga de profesión, lo que me trajo a España fue el arte mi primer portafolio como como fotógrafa con fotografía de autor.
Pero no me dieron la visa de estudiante y claro, me invadió el miedo, los nervios, todo. Y decía: «no, no me voy», «sí me voy», ¿qué hago? En plena crisis de nervios, un amigo, un gran amigo, me dijo las palabras que necesitaba escuchar: «Siempre hay un cielo sobre otro cielo, sólo tienes que atreverte a volar y alcanzarlo.» Fueron las palabras exactas que necesitaba escuchar para atreverme a asaltar y venirme. Y fue la mejor decisión de mi vida, en Madrid encontré mi hogar.
Arte y activismo
Con el tiempo ya no me interesa hacer una obra bonita, me empecé a interesar en temas más importantes que nosotros mismos. Me empecé a interesar en principalmente nuestro hogar, nuestro planeta.
Pero cuando tengo un tema, trabajándolo, investigándolo… Necesito sacarlo a la luz y mostrar eso que siento que se tiene que hablar, de lo que no se habla lo suficiente.
Franquearte
Franquearte se ha transformado en una plataforma de apoyo al artista emergente y a veces de media carrera para proyectar y profesionalizar su carrera artística. Lo hacemos a través de tres programas:
- Comunicación y difusión.
- Consultoría y formación en emprendimiento artístico y modelo de negocio.
- Gestión cultural.
(El tercer programa es el que consiste en) poder llevar a tierra estos proyectos, el poderlos hacer posible. Hacer la exposición, el concierto, la presentación del libro, el crowdfunding, lo que sea necesario para realmente sacar adelante estos proyectos.
Arte, precariedad y emprendimiento
Con el tema de la precariedad tenemos como dos cosas muy importantes a tener en cuenta.
Por un lado, una sociedad que tiene que tomar conciencia de la importancia de las artes en nuestro día a día. Y de que las características de la naturaleza de la actividad laboral artística no es igual que la de un abogado, que la de un asalariado, que la de un contable. Que un artista puede trabajar, puede producir una obra, un cuerpo de trabajo en 5, 10 o 20 años… Y cuando llegue a exponer nada le garantiza que le van a comprar.
Tenemos que aprender a autogestionar nuestra obra. Por un lado, está encontrar el equilibrio entre creación y modelo de negocio, marca personal. Saber un poco cómo hacer rentable la actividad que estamos haciendo. O sea, si nos queremos dedicar y vivir de ello de entero, tenemos que aprender a tener un equilibrio entre esas dos sinergias.
Aprender a «venderse»
Muchas veces vemos artistas que han dedicado toda su vida a crear y solo comparten su obra cuando llega a una exposición, por ejemplo, o al recital o al concierto. No se toma el tiempo de buscar hacer alguna comunicación un poquito más allá. Crear un blog y contar lo que está pasando; al que se le dé bien estar frente a Cámara, pues hacerse algún vídeo, alguna cápsula, contando, mostrando su proceso creativo… no lo hacen. Y vienen personas que les gusta el arte, que hacen algo, que no les tienen miedo a lo que vayan a decir de ellos, no le tienen miedo a perfeccionar o no y van compartiendo. Se terminan creando una marca personal maravillosa desde una obra mediocre. Porque no ha dedicado su vida a ello, porque tiene otro trabajo que le compensa y resulta que termina conectando mejor con el público. Terminan siendo influencer y, por tanto, llamándose artistas, y venden, tanto o más que el artista que ha dedicado toda su vida a esto.
Redes sociales
Son una buena manera de comunicación, una buena forma de comunicación cuando se está empezando. Entonces, si se utiliza bien, se puede aprovechar, si se utiliza, como digo, de estarme haciendo el selfie, de poner el filtro que quede bien, de hacer esa obra estética, para mí es muy banal. Es una opinión personal, y cada quien tendrá que decir lo que piensa, a mí no me gusta, pero a los artistas con los que trabajo les suelo sugerir el darle un poquito de cariño.
Y vemos un poco el hacer una estrategia que no nos afecte personalmente y que podamos comunicar eso que estamos haciendo pero es aprovechar la herramienta.
Proteger la obra
Ahora estamos viendo que un fotógrafo de a pie, que cualquier artista que le hace una buena foto a su cuadro la sube y de repente está en un NFT, y dice: «pero si yo no sé ni siquiera qué son los NFTs», ¿no? Entonces es ahí donde yo he sentido, es donde sugiero el proteger esa autoría, ese derecho que tenemos. Registrando de alguna manera nuestra obra, teniendo una prueba fehaciente en el tiempo. Si esto pasa podemos escribir a la página web o donde sea que esté: «oye que esta obra la hice yo, ¿qué pasa aquí?» Y si no nos dan respuesta y se están además lucrando pues, con esta prueba el tener la seguridad de ir a demandar o al procedimiento que se tenga que hacer, y tener la seguridad de que lo vamos a ganar porque tenemos cómo demostrar que eso es nuestro, que lo hicimos antes, que lo protegimos.
