El susurro de una voz llega a mi oído hasta hace poco dormido, es el primer sentido que recupero, no siento las manos, no noto el gusto de mi boca y mi nariz no huele nada. Esa voz me suena, pero no puedo ponerle cara porque mis ojos permanecen cerrados, así que esa persona que lee en voz alta a mi lado no es más que una sombra.
Mi último recuerdo es la fina lluvia que se filtraba por el cristal roto, la sentía caer sobre mi cara y me parecía divisar una luz a lo lejos y la silueta de unos árboles. En ese momento sentí mucha tristeza, pero no soy capaz de recordar porqué. Esa misma tristeza me atrapa en estos momentos de semiinconsciencia, esa voz que intenta calmarme me aturde, no sólo su rostro se ha convertido en una sombra, yo soy una sombra. Siento mi cerebro vacío, nada excepto esa lluvia y esos árboles quedan en él.