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La materia importa 

Una exposición permanente en el DHUB explora el origen de los materiales que son comunes en nuestros objetos de consumo, desde hace siglos y los efectos que su extracción, uso y manufactura produce en el planeta y en nosotros mismos. 

La mayoría de nosotros nos solemos quedar fascinados por piezas de mobiliario Art Decó. La búsqueda de la imagen del lujo, en la década de los 20 y 30 del siglo pasado sigue seduciendo, el trabajo artesanal y una imagen de modernidad, suficientemente domesticada para gustar a casi todos siguen siendo atractivas. Hablo de aquellos muebles hechos, por ejemplo, con maderas exóticas, trabajos exquisitos de ebanistería y aplicaciones de marfil. Pero nunca se nos ha ocurrido pensar de donde salió esa caoba tan bien elaborada. Tampoco en qué condiciones se consiguió el marfil y qué pasó con el elefante que lo usaba como cuerno. Lo mismo podríamos decir de muchos de los objetos, tanto artesanos como industriales que llenan las colecciones de nuestros museos y que mayoritariamente han atesorado las clases pudientes. 

Eso es precisamente lo que propone Matter Matters, la nueva exposición permanente que se expone en el DHUB, Museo del Diseño de Barcelona, con la curaduría de la arquitecta Olga Subirós. La muestra se enmarca en un trabajo de investigación personal ubicado en el nuevo materialismo y conceptos como postnaturalismo y posthumanismo. Este posicionamiento huye de imperativos morales que pueden albergar algunos discursos ecologistas y se acerca a entender la interdependencia de los humanos en un entorno material y biológico que nos rodea y que hace posible la vida. 

Una apuesta valiente 

Realizar una revisión de la colección de un Museo con más de 8.000 piezas y hacerlo desde un acercamiento contemporáneo a su materialidad es una decisión arriesgada que no es compartida por todos. Romper los límites disciplinares y la disposición cronológica va en contra del motivo por el que se crearon los museos. Después de diferentes funciones, en el siglo XIX se genera el canon museográfico hegemónico hasta nuestros días. Es entonces cuando se extiende el concepto de «Museo Nacional» con la idea de mostrar el pasado histórico del país (a menudo idealizado) y consolidar una determinada identidad cultural, como consecuencia del avance del sentimiento nacionalista de una parte del espíritu romántico. También en ese momento nace la idea etnográfica de musealizar la historia y la cultura autóctonas. Durante del siglo XX se mantiene esta estructura casi sin variaciones, aunque crece en recursos y tecnología para mejorar las capacidades narrativas y/o educativas. En la actualidad hay una revisión profunda de este modelo y hay una tendencia a que las colecciones sean dispositivos capaces de hablarnos, no solo del pasado sino también del presente y de cuestionarnos paradigmas que parecen existir desde siempre, pero que en realidad tienen menos de dos siglos. 

Matter Matters indaga justo ahí, en esa capacidad de los objetos por contarnos, no solo quienes éramos, ni quienes nos gustaría haber sido, sino quienes somos y quienes podríamos ser. Uno de los recursos es romper con la jerarquización que se suele producir, ya sea por los autores, la calidad de la manufactura o el estrato social del que parten. En ese nuevo esquema, una silla de boga tiene el mismo valor narrativo que un trono real, la diferencia estriba en lo que cuentan no en su valor económico, ni de escalafón social. Subirós no esconde la influencia de sus referentes como Karen Barad, teórica de la física cuántica, pero también filosofa queer y feminista. Barad rompe con algunos dogmas de la ilustración y substituye esas dualidades cartesianas entre nosotros y ellos o entre lo natural y lo artificial, por una noción mucho más orgánica de interdependencias otorgando lo que ella llama «agencia» a seres no humanos, integrándolos en un discurso complejo con un nuevo lenguaje, cercano también al de Donna Haraway, pero que es, ahora mismo, una de las pocas ventanas por las que entra aire fresco en el análisis de la realidad. Otra de las bases es lo que Barad denomina interacción: «hechos causales no-arbitrarios y no-determinísticos a través de los cuales la materia-en-el-proceso-de-devenir es iterativamente envuelta en su continua materialización diferencial». Así en lugar de la típica línea temporal, quizás subdividida por disciplinas académicas propias de la Historia del Arte, nos encontramos con un espacio donde se generan otras formas de disposición, basándose en un relato o mejor dicho de muchos relatos interconectados. 

Entrando en materia 

La exposición nos recibe con un dispositivo, donde se ponen datos a nuestra construcción material. Calculating Empires, una premiada pieza que llega a la exposición cedida por la Fundación Prada. Obra de Kate Crawford y Vladan Joler, explora cómo las estructuras técnicas y sociales han evolucionado a lo largo de cinco siglos. Eso nos sitúa y la comisaria insiste en que «no podemos hablar de nuestro pasado objetual y cultural ignorando los 500 años de colonialismo que lo hizo posible». Algunos han llamado «presentismo» a esa forma de analizar desde el hoy, objetos del ayer, pero la curadora hace referencia a Donna Haraway y su conocimiento situado, que propone hablar de los objetos de estudio poniendo en evidencia el lugar desde el cual se parte, ya que, independientemente del tipo de método empleado, ningún conocimiento está desligado de su contexto ni de la subjetividad de quién lo emite. A menudo, ese emisor no es consciente de que su lugar, no es el lugar de todos, es el hegemónico, pero no el único y por supuesto no es neutro. 

Más adelante, tenemos una pieza precisamente llamada Materia Situada, realizada con MaterFAD, una biblioteca de materiales con la que cuenta el propio DHUB, gestionada por la asociación FAD (Fomento de las Artes y el Diseño), donde la intención es que los visitantes se pregunten por la materialidad a través de objetos cotidianos que utiliza a lo largo de un día. Al lado de los objetos se explican y se dan datos del tipo de material, el lugar de origen, el impacto ecológico en origen, la capacidad de circularidad, y alternativas a aquel material, si las hay. En esta parte debo admitir que me sorprendió la mirada positivista con la que se esbozaba el futuro objetual. La apuesta parece ser generar una ficción en positivo para contrarrestar los imaginarios apocalípticos que nos envuelven. «En algunos casos para dibujar un futuro mejor solo hemos de rescatar del pasado prácticas más sensatas que las de la producción masificada», apunta Subirós. 

Continuamos con Naturaleza muerta, una pared con casi 200 piezas de cerámica que nos hablan no solo de ellas mismas como piezas, que son magníficas, sino de como los humanos hemos representado la naturaleza a lo largo del tiempo con los temas, agua, tierra y aire, presentes en sus decoraciones. Nos muestran esa necesidad de domesticar la naturaleza para introducir un orden que desactiva su capacidad disruptura. Al mismo tiempo, rompe con la dualidad natural, artificial. Hoy por hoy el conjunto del planeta está sometido a unas condiciones ambientales que ha generado el hombre, más concretamente el hombre a partir de la industrialización. Ya nada es ajeno a nosotros. Ya no hay un nosotros separado del resto de los seres vivos o entornos «salvajes». Nuestro Co2, nuestros microplásticos, nuestras partículas en suspensión y nuestro aumento de la temperatura llegan desde las fosas abisales a las nieves perpetuas. 

Materialidades se hacen realidades 

Una vez superamos esta triple introducción, nos encontramos con una sala donde un video sobre la mina a cielo abierto más grande de Europa, nos enmarca a una colección de objetos de uso, separados por materialidades, muchos de la propia colección de museo, que generan un sinfín de relatos. Así tenemos universos objetuales provenientes de: Materia Petroquímica, Materia Vegetal, Materia Animal, Materia Microbiológica, Materia Mineral, Materia Digital, Materia Intangible y Materia Afección-Ficción. En cada uno de estos apartados, un grupo de piezas con discursos propios, dialogan entre ellas y también hacen dialogar las diferentes materialidades. «Me interesaba que en un mismo espacio pudieran encontrar una silla artesanal y un videojuego, que entran en el Museo por primera vez». 

Quizás las más sorprendentes, son las piezas de Materia Intangible y Materia Afección-Ficción. Entre ellas, podemos encontrar datos que construyen formas y también manifiestos como el de Philippe Rahm, Estilo Antropoceno, donde desarrolla la idea de que las llamadas artes decorativas no eran sino dispositivos climáticos, lumínicos, sonoros y ambientales que mejoraban la eficiencia de los métodos de iluminación, aislamiento y calor en la época preindustrial. Con el advenimiento de los sistemas de climatización mecánicos, basados en combustibles fósiles estos elementos se hicieron superfluos y el movimiento moderno los rechazó y llegamos a los espacios vacíos, blancos y desnudos del siglo XX. Hoy, con una crisis climática en ciernes, debemos volver a observar cómo estas artes decorativas pueden volver a ser funcionales. Una alfombra para asilarnos del frío suelo, una cortina gruesa que mejora la acústica y evita la trasferencia de calor a los muros externos o un espejo que multiplica la luz de las velas, no son solo rasgos de una cultura material determinada, sino un vestigio de como los humanos adaptamos los entornos para nuestro confort. 

Finalmente, un video que se contrapone al de la entrada nos despide con una apuesta por el diseño ficción, que se nos da la posibilidad de imaginar futuros alternativos donde la vida se hace posible desde el afecto y la interdependencia, tanto material como emocional. Y eso nos lleva a un gran mirador donde vemos la ciudad y donde «muchas de las cosas de las que se hablan en la exposición suceden en tiempo real ante nuestros ojos». Un espacio de descanso, después de las más de 700 piezas vistas y al mismo tiempo operativo, porque es donde se producen un buen número de actividades paralelas a la exposición. Como extensión de Matter Matters tenemos un catálogo con un diseño muy efectivo de Alex Gifreu donde, como en la exposición, se trabaja de forma coral y paritaria, con un número de autoras igual o superior al de autores y donde además han intervenido diferentes profesionales y entidades que cohabitan en el Museo del Diseño, DHUB.

🪧 Aviso: los artículos de Opinión reflejan las perspectivas de sus autores. SafeCreative no se identifica necesariamente con los puntos de vista expresados en ellos.
Óscar Guayabero
Óscar Guayaberohttps://www.guayabero.net/
Creador, editor, escritor… se autodefine como "para-diseñador". Guayabero es en realidad un contador de historias sobre objetos, instalaciones o palabras que además disfruta comisariando exposiciones, dando clases o activando plataformas.

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