Si hace un año apostaron por el enfrentamiento judicial, ahora las tres grandes discográficas buscan acuerdos para licenciar su música con las empresas emergentes de inteligencia artificial (IA). Según ha revelado Bloomberg, el objetivo es establecer un marco para compensar a los sellos y sus artistas, lo que influiría en la resolución de los casos judiciales pendientes entre ambas partes por infracción de derechos de autor. No obstante, se trata de una negociación compleja sobre la que es difícil aventurar resultados.
Alternativa a las demandas judiciales
Universal Music Group (UMG), Warner Music y Sony Music, que representan a figuras artísticas mundiales como Taylor Swift, Drake o Ed Sheeran, están buscando una vía alternativa a las demandas judiciales para proteger sus derechos musicales. Cada sello ha abierto conversaciones de forma individual con Suno y Udio, start-ups especializadas en generación de música con IA, para establecer compensaciones por el uso que hacen de sus trabajos para entrenar los modelos generativos que producen nueva música.
Compensación y paquete accionarial
Además, quieren obtener una participación en el accionariado de las firmas emergentes en una operación que recuerda a la realizada con Spotify cuando aún no era un coloso del streaming. Las compañías musicales obtendrían así «voz y voto en los productos que lancen las empresas de IA, en los productos que se desarrollan y en cómo funcionan», informa The Wall Street Journal (WSJ).
Atribución y huella digital
Según fuentes cercanas a la negociación conocidas por este mismo diario, las compañías discográficas abogan por el desarrollo de tecnología de atribución y huellas digitales para poder rastrear cuándo y cómo se usa una canción original. Se trata de que las empresas emergentes pongan a disposición de los sellos herramientas similares a las creadas por YouTube para identificar el contenido.
Implantar opción de opt in
Al tiempo, quieren que sus artistas puedan optar por no participar en ciertos casos de uso, puesto que prevén que «a un buen número de creativos no les guste que licencien sus obras para entrenar IA sin su autorización», señala Billboard. En todo caso, no está claro que esta salvedad sirva para facilitar a los sellos cerrar acuerdos comerciales para licenciar sus catálogos a gran escala.
Intereses encontrados
A nadie se le escapa la complejidad que entraña un acuerdo de estas características, de aquí la confidencialidad en la que se están manteniendo las conversaciones y la negativa de todas las partes a hacer declaraciones al respecto. No resulta fácil casar los intereses de todos los implicados. Por un lado, las casas discográficas «presionan para obtener un mayor control sobre el uso de su trabajo»; por otro, Suno y Udio buscan «flexibilidad para experimentar y quieren acuerdos a un precio razonable que puedan asumir», advierte Bloomberg.
Cuestiones más complejas
Por su parte, Billboard detalla algunas de las cuestiones más difíciles de resolver. Para entrenar los modelos se necesitan los permisos de los titulares de la grabación maestra y los de la obra subyacente, lo que «exigiría acuerdos también con sellos independientes para utilizar un catálogo completo». Asimismo, el opt in podría aparejar la «fragmentación de los catálogos a la hora de licenciarlos». Otra dificultad es que los sistemas de atribución actuales aún no están optimizados, por lo que el «modelo de pago podría no ser viable».
Negociar frente a demandar
En cualquier caso, todo indica que a las grandes discográficas les escuece el elevado desembolso que requieren las demandas judiciales de larga duración y se están sumando al movimiento negociador iniciado por los estudios de cine, editoriales de libros y medios de comunicación, cuyo caso más reciente es el pacto entre The New York Times y Amazon. El incierto entorno regulatorio, agravado por la decisión de la Administración Trump de despedir a la directora de la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos, Shira Perlmutter, está generando preocupación en la industria musical por si pudiera favorecer a las tecnológicas, apunta WSJ.
Fuentes: Bloomberg, The Wall Street Journal, Billboard.