La exposición presente en el DHUB de Barcelona «100 objetos de IKEA que nos hubiera gustado tener en Vinçon», es un ejemplo fantástico de cómo no hacer un homenaje y convertirlo en una experiencia interesante.
Hace unos años, 2015, cerró Vinçon, la tienda de objetos de diseño más importante que ha tenido Barcelona, llevada por los hermanos Amat. Esa tienda fue, para muchos, entre los que me incluyo, una escuela. Aprendimos como podían ser los objetos que nos rodean en casa, hechos con una sensibilidad contemporánea. Al mismo tiempo, descubrimos diseñadores de muebles y de todo tipo de productos domésticos. Y, además, algo que es importante, aprendimos como enseñar y explicar esos objetos.
Desde entonces, el Paseo de Gracia ha dejado te tener una isla de buen diseño en ese maremágnum de franquicias impersonales y omnipresentes en todas las grandes ciudades europeas. El caso, es que el DHUB, el Museo del Diseño de Barcelona, se planteó, tiempo después, hacer un homenaje al legado de Vinçon y de su alma mater, Fernando Amat. En realidad, ya existía un fantástico libro que resume bien su trayectoria «VINÇON. 1929-2015».
Fernando Amat, haciendo gala de la fama de persona que mira más hacia adelante que hacia atrás y que no desea ser protagonista sino es para proponer algo sugerente, hizo una contraoferta, poner en relación, su tienda con IKEA. El cambio de escala de los dos negocios es enorme, pero, como veremos, hablando con el curador de la exposición el arquitecto y activista del diseño Juli Capella, también tienen puntos en común.
La relación entre IKEA y Vinçon
Primero, le preguntamos por el cierre de Vinçon: «No fue IKEA el problema, lo que realmente hizo daño a Vinçon y a tantas otras tiendas locales fue Amazon y todas las plataformas de venta por internet. Al mismo tiempo, la presión inmobiliaria azuzada por el turismo, que ha hecho que el m2 de Paseo de Gracia sea el más caro del país, fue definitiva para que Amat decidiera cerrar».
Capella también nos explica que Fernando Amat siempre tuvo claro que IKEA era competencia pero que lo que ocurría en las tiendas suecas era interesante. Amat expresó algunas veces que le interesaba la idea de elegir aquellos objetos que consideraba bien diseñados del catálogo de IKEA, a lo largo de su historia y que le hubiera gustado tener en Vinçon. El hecho de decir «tener» en lugar de «vender» dice mucho de la actitud de Amat más cercano al coleccionista prescriptor que al vendedor clásico. Amat era más un mercader que un tendero. Le gustaba descubrir objetos interesantes para luego ponerlos al alcance de los demás.
Cómo se logró la colaboración con IKEA
El resultado es una exposición que pone en paralelo la historia y las estrategias de las dos tiendas. Lo primero que sorprende es que IKEA se haya prestado a este juego de espejos, pero según Juli Capella, «después de presentarse a la dirección de IKEA España y ser desestimado, desde el DHUB se hizo el esfuerzo de ir directamente a la sede central en Suecia, allí se recibió el proyecto con interés y simpatía.
Uno de los directivos cercanos a Ingvar Kamprad, el fundador de la empresa, conocía Vinçon porque hace muchos años había venido expresamente a visitarla y le había parecido un buen ejemplo de algo que ellos también hacen, que es que tú puedas salir de la tienda con tu casa prácticamente montada, desde la ropa de cama, al mobiliario, pasando por los cacharros de cocina». Yo añadiría que tanto Kamprad como Amat tenían un gran talento para conseguir que sus tiendas fueran una experiencia interesante, es decir, sabían vender, que es fácil de entender, pero no tanto de llevar a la práctica.
La exposición
La exposición no se limita, por lo tanto, a poner los 100 objetos elegido por Fernando Amat «Me parecía muy poco atractivo poner cosas en un museo que en la tienda de esta misma ciudad puedes ver y tocar. De ahí sale esta locura del paralelismo entre una tienda local y mediterránea y una nórdica y global. Pacería un sinsentido, pero encontramos algunos puntos de encuentro. Los más objetivos: Vinçon empieza su etapa contemporánea en 1941 (por el padre de Fernando Amat), IKEA se funda en 1943, son coetáneas. Las dos son el resultado del talento y la visión de una persona, ambas tienen el sello personal muy presente. Por último, ambas tiendas ofertaban en su momento casi el mismo número de productos».
Personalmente, ambas tienen en su ADN la idea de formar al público en una sensibilidad para el diseño contemporáneo. Seguramente Vinçon desde una posición más minoritaria y un poco elitista e IKEA para una público mucho más general. En este sentido es interesante la idea de IKEA del diseño democrático que lo resumen en cinco puntos: funcionalidad, cuidado por la forma, calidad, sostenibilidad y bajo precio. Los cuatro primeros los podía firmar Vinçon perfectamente, el último no, porque ellos no producían a la escala que lo hace IKEA y que le permite tener esos precios asequibles.
También hay muchas diferencias, Vinçon llegó a tener dos tiendas, una en Barcelona y otra en Madrid, IKEA tiene 475 en casi todo el mundo. El salto de escala dibuja dos modelos distintos de negocio. Pero esa diferencia, no supone una diferencia en entender que el trabajo de los diseñadores es esencial para tener buenos productos. Aunque es verdad que durante un tiempo en IKEA se hicieron seudoscopias, hace años que han entendido que trabajar con diseñadores y pagar bien su trabajo, con sus derechos de autor, por ejemplo, forma parte del valor de sus tiendas.
El valor del diseño y su impacto en el consumidor
Otro punto en común es el uso del sentido del humor en su comunicación. El único spot de televisión que hizo Vinçon fue un anuncio, filmado por Bigas Luna donde los hermanos Amat discuten de porque no tienen que hacer un anuncio en televisión. IKEA, por su lado, hace un anuncio, cuando se instala en España que dice: Por primera vez los suecos vienen a España para algo que no sea tomar el sol.
En el centro de la exposición, nos encontramos con los 100 objetos de IKEA elegidos por Fernando Amat. Es un espacio blanco, en contraste con el resto de la exposición y hace referencia a la Sala Vinçon, que era un pequeño espacio expositivo muy activo dentro de la tienda de Vinçon. Los objetos están colgados en la pared como una instalación de arte, pero todos tienen su etiqueta, con el nombre del diseñador, el año en que se produjo por primera vez y su precio, como en la tienda.
Por supuesto, el imperio IKEA también está rodeado de sombras. La sospecha de prácticas empresariales poco éticas sobrevuela la mayoría de empresas de estas dimensiones. A pesar de los esfuerzos de la marca sueca para limpiar esa imagen, el documental «IKEA el señor de los bosques» es una buena muestra de ello.
Para acabar, y sin que tenga rigor científico, mi percepción, hablando de Vinçon con amigos y conocidos, es que recuerdan perfectamente la tienda y que los objetos comprados allí tienen para ellos un valor especial y esa es otra de las conexiones, porque como explica Juli Capella, «en IKEA han descubierto mediante estudios y entrevistas de sus consumidores, que el hecho de que los muebles los tengas que montar tú, hace que generes un vínculo especial con ellos. Quizás es por lo que te costó montarlos o porque hay algo de ti en ellos, aunque sea una parte muy mecánica, pero la relación que estableces con esos muebles es especial». Podéis visitar la exposición hasta el 23 de febrero.