About the work
http://valentina-lujan.es/T/tocuanhabi.pdf
Con la dificultad añadida, además, de que al tratarse definitivamente de la de abajo (y no de la de al lado que, por cierto, había sido hasta hacía no más de un par de años una señora poco agraciada y un tanto taciturna pero “de un tiempo a esta parte”, me explicó la señora de Ramírez madre en voz baja y tono recatado, venía siendo un señor algo barbilampiño, sí, pero bastante más afable que antes de la operación), la tacita de harina y el bizcocho quedaban suprimidos para ser remplazados por el vestido de organdí desteñido de rojo de la niña y… he ahí el problema, el maldito “centrifugado” que el chiquillo no hallaba forma ― y eso que estamos hablando del mayor, con su inteligencia tan despierta y habituado como estaba a expresar con sus pequeñas manos conceptos tan complejos como “disparatados” ― de trasmitir al abuelo ni aun de forma muy somera (y por más que la vecina se aviniese a restar algo del dramatismo que en verdad tuvo el percance, habida cuenta de que la propia damnificada consintió en pasar por alto el agravante de que la prenda causante del desaguisado era ni más ni menos que un edredón, “¡con lo que eso chorrea!”) o reducida, en el mejor de los casos, a la mínima expresión que, en su extrema pequeñez, aun con la buena voluntad del muchacho y poniendo la máquina al máximo de revoluciones no habría servido ni para centrifugar un pañuelito del moco con el que, al menos, enjugar las lágrimas de la fisioterapeuta, afligida y consternada ante la perspectiva de dejar de prestar un servicio tan humanitario como lucrativo porque, aunque en negro y sin IVA, los Ramírez le pagaban muy bien y en los meses de agosto la llevaban de vacaciones a Villajoyosa si bien, y aunque nunca se quejó, le habría hecho más ilusión la Riviera francesa o, por lo menos, Ipanema o, como le gustaban mucho los mojitos, Varadero.
Versaciones Felipe
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.