About the work
https://valentina-lujan.es/E/eranlashojas.pdf
Eran las hojas secas que encontrase en una caja de porcelana decorada con motivos errados que trazó una mente disparatada llevando la mano dubitativa, temblorosa, de la niña que fue vieja algún día, ya lejano, de un otoño cercano a aquel invierno previo a la última primavera que trascurrió con flores en los búcaros que, ya desde el siguiente verano, permanecieron para siempre vacíos y arrinconados.
Eran las gotas de lluvia que había visto caer desde los ojos de las estatuas impertérritas que, tras surcar lentas despaciosas mejillas en su busca de la tierra en que enjugarse, conjugaron su sal con la pimienta especie de aderezo en que se envuelven los recuerdos saturados de tristeza hasta el extremo de no admitir ni un solo grano más ya sea negra ya blanca.
Eran las notas que febriles, arrancadas de teclados y de laudes y de arpas, escuchara amontonarse entre las páginas de libros de familias que fueron desfilando por aquellos senderos camino de lugares en que hallaran espacios donde poder después de tanto tiempo separarse, desprenderse del aspecto de recetas tomadas sin más fin que consignar los ingredientes de un conjuro o una tarta.
Eran las motas de un polvo de estrellas apagadas hacía siglos adherido a los cristales de ventanas a las que ya había olvidado cuando había visto por última vez que se asomase alguien respondiendo a la llamada de otro alguien reclamando la presencia de ningún rostro adorado.
Eran las pocas briznas de los restos que rescató de un mundo que conservaba apenas algún retazo ajado del alma de unas gentes asustadas que vivieron pensando que creyendo que existiría un mañana se estaban entregando en brazos de la nada y, ahora, despertaban asombradas.
29 de marzo de 2015
Deliquios
Poesía
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.