About the work
https://valentina-lujan.es/S/sinlasombra.pdf Debe de ser maravilloso saber expresar, con palabras habladas, que no escritas, qué se piensa sin incurrir en groserías ni desbarrar. Pero yo, me conozco bien, sé que no sé hacerlo y sospecho que nunca aprenderé. Tampoco me importa demasiado, la verdad. No veo razón para ser prudente y discreta — que, ya digo, no lo soy — viendo, como veo a mi alrededor, personas que bajo una cierta capa de delicadeza, corrección y dulzura, son, lo voy a escribir en mis propias palabras — a fin de cuentas es escribiendo en esta, mi página, donde puedo, sin armar alboroto, ser sincera y dejar salir de mí qué pienso —, absolutamente miserables. Cuando determinado tipo de comportamientos se dan en otros entornos, en otros ámbitos u otros aspectos del vivir cotidiano, puede ser más tolerable puesto que, a fin de cuentas, la ruindad y la miseria son atributos inherentes a eso que yo llamo la condición humana. Pero, hay otros entornos, ámbitos y lugares —Argos, sí — donde entiendo como del todo inadmisible que se puedan tener actitudes tan mezquinas cómo las de esa panda de señoras, porque suelen ser señoras, por lo general, más que señores, que, en las charlas, tan pronto llegan se afanan en coger sitio, los mejores sitios, para sus amigos, amiguetes, familiares o, que también puede ser, cómplices porque, la vida es así y así se funciona, “hoy por ti, mañana por mí” y quien prodiga favores espera, o supone, ser correspondido. O a lo mejor no es por eso. Que quizás ese tipo de ruindades no tienen más objetivo que el hacerse querer, generar afecto en aquellos con quienes nos mostramos aduladores o serviles o rastreros. Pero, ¿cómo puede ser entendible que tal tipo de comportamientos se den en y entre personas que se supone que lo que pretenden es eso que llaman, tan desahogadamente, evolucionar? ¿No se contradice esa supuesta pretensión, esa búsqueda o anhelo, o como haya que llamarlo, de perfección, de eliminar defectos, el hacer algo tan cutre, o quizás sólo infantil, como guardar sitio, sitios, sillas, los mejores sitios, para aquellos a por los que las razones que sea preferimos, o tenemos en mejor estima (por motivos a veces insignificantes o muy pobres) sin tener en absoluto en cuenta ni tomar en consideración que ese supuesto detalle de amabilidad o cortesía para con unos está siendo una incorrección, una falta de respeto, una grosería para esos otros, todos los demás que no son los denominados “mis amigos”? Claro que, y esa es otra que también tiene su aquel en el vivir, ¿qué es tener amigos?, ¿qué son los amigos?, ¿quién puede afirmar, sin sospechar estar engañándose, que tiene amigos? En eso, mira tú, mire usted, soy del todo diferente al resto de mis congéneres. Sé, sin la sombra de una duda, que nunca he tenido amigos, ni los tengo, ni los tendré jamás. 9 de marzo de 2023 Etiqueta: Admistiquios Categoría: Prosa
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.