About the work
https://valentina-lujan.es/m/manolitaolateoria.pdf
La gata Manolita se morirá en pocos días. Hace dos que me di cuenta de que había adelgazado de la forma sintomática en que adelgazan los gatos cuando enferman del riñón. Desde ayer la observo con frecuencia, acude mucho al agua, se coloca en lugares en los que no se había colocado nunca y, cuando está quieta, en vez de tumbarse se queda agazapada, como acechante. He puesto esta mañana paté para todos y, si, se acercó a uno de los platos enseguida y comió algo. Pero los ojos los tiene empañados, ocasionalmente emite un maullido breve y lastimero, como suplicante, y yo sé que en pocos días se morirá…
¿El veterinario?
El proceso es siempre el mismo para, en más o menos una semana con veterinario y medicación o sin ellos, llegar al mismo desenlace.
¿Sacrificarla?
Sacrificarla para que no sufra implica proporcionarle el berrinche de meterla contra su voluntad en el trasportín (que la Manolita es arisca, poco dócil) para terminar por… matarla. Sacrificar es sólo la forma piadosa del verbo matar.
Y yo la miro. Y me pregunto mirándola por qué me importan tanto el dolor y el sufrimiento de los animales. Por qué – y aunque pueda sonar muy mal – me duelen más sus sufrimientos y sus dolores que los dolores y sufrimientos de los humanos.
Me contesto que es porque los animales carecen de la posibilidad de relativizar.
Los humanos podemos, aun en las circunstancias más adversas, relativizar nuestras emociones y nuestros sentimientos, echar mano de argumentos que nos den un motivo para decirnos “bueno, quizás no es para tanto” o refugiarnos en “sí, en esto estoy muy mal, pero en tal o cual esto o lo otro estoy más o menos bien”.
Lo haremos o no lo haremos, pero esa capacidad, o virtud o suerte, la tenemos.
Los seres irracionales no. Para ellos el mundo empieza y acaba en su cuerpo y en su placer y en su dolor.
Por eso siento tanta piedad, tanta ternura por ellos (hasta por las cucarachas, sí, que cuando veo alguna pataleando patas arriba acudo presurosa para con la puntera de mi zapato enderezarla; y sale corriendo, tan contenta, y me siento aliviada), porque, incluso un tigre o un león, tan fieros, los considero indefensos.
22 de septiembre de 2016
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.