About the work
http://valentina-lujan.es/Dbre10/o%20no%20tan%20voluntaria.pdf
o no tan voluntaria ya que muchas veces, sobre todo tratándose de bodas, uno se ve obligado — pues por presiones familiares y compromisos y ese tipo de cosas — a invitar a parientes de esos que todo el mundo tiene a los que habría que, como suele decirse, echar de comer aparte pero que (y para ser consecuente con lo expresado más arriba de que no porque ciertas cosas resulten evidentes es recomendable el omitir la explicación que elimine hasta la más remota posibilidad de equívoco) serán sentados a la misma mesa que el resto de los convidados, y con los mismos manteles, y se les pondrá su correspondiente cubierto, aunque se tenga que pasar por el apuro de ver cómo se arrancan a tirones la corbata (en las bodas siempre hay algún tío político o primo lejano que no está acostumbrado a la corbata) y vocean “¡viva los novios!” o “¡que se besen!”, puestos en pie y luciendo en la pechera de la camisa (o en la solapa de la americana si es que aun no se han despojado de ella) una mancha de salsa tártara.
Pero vamos a llamarla “voluntaria” para evitar el abismarnos en filosofías en torno a conceptos tan abstrusos como aquellos a los que nos arrastraría el llegar hasta el fondo de qué es acto voluntario, aunque se haga en contra de la propia inclinación natural, y qué acto no lo es aunque para llevarlo a cabo sean precisos un derroche de arrojo y un esfuerzo tan absolutamente titánicos que cuesta trabajo el entender que puedan realizarse sin querer.
De cualquier modo y sin dejar de tomar en consideración que el trabajo que pueda costar el entenderlo es algo que se hace con harto frecuencia , teniendo por añadidura en cuenta que viene a quedar de manifiesto y por pura deducción que el entendimiento no es imprescindible para comportarse lo mismo y con igual desparpajo de manera coherente o de forma disparatada, nos hallamos querámoslo o sin desearlo ante el hecho irreversible de que contra toda lógica aquí estamos.
¿Qué por qué es irreversible el hecho?
Pues lo es por la sencilla razón de que, una vez que estamos aquí, podemos y nadie va a negarlo ni a impedirlo marcharnos y olvidar — o por lo menos intentarlo —; pero ya no nos será jamás posible dar marcha atrás a los relojes, ni retroceder sobre nuestros pasos para que el instante en que llegamos sea borrado de la faz de los tiempos.
Así que me temo — y mira que nada más lejos de mi ánimo que el querer ponerme dramática con todo lo contenta que estoy yo con mi página —, mi queridísimo y muy bien venido visitante, que todo cuanto cabe tal y como están las cosas y pese a nuestras respectivas voluntades es o separarnos o seguir adelante.
Lamento darte el disgusto, con el que quizás en tu inocencia no contabas, de que has de ser tú quien elija. Tú tienes que elegir y no porque yo lo quiera ni te coloque en tan penosa disyuntiva sino porque la página es mía; yo la he empezado y yo debo continuarla aunque nada más sea por si tú decides continuar leyendo en ella.
Tú eres libre y yo no.
Pero tu libertad es tu castigo y será, aun a pesar de ti, mi redención.
Mira, me he puesto dramática después de asegurar que no quería, y con todo lo contenta que estoy…
Pero, en fin, se me pasará y, entre tanto y aun sin tener muy claro si lo hago por el sí o por el no, aquí te dejo el rastro que deberás seguir si quieres ver la continuación.
Papeles
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.