About the work
https://valentina-lujan.es/D/desdelamismaven.pdf
– Si te vieras en la ineludible necesidad de responder — dice —, ¿qué dirías?
Y, como le pregunto que de qué
– Él y yo, que si somos los mismos.
Y, como le digo tú sí, tú siempre serás Amada, pero…, ¿él?...
– ¡Él!
Y emite una risita que no sé interpretar.
– Yo siempre seré amada.
Y otra risita que, como siempre le gustó jugar con las palabras, podría aventurarme a interpretar; pero, como no quiero, vuelvo al chalé y, desde el lugar exacto que ocupase y desde idénticas coordenadas aunque ya no es, le pido, de codos las dos en la ventana, que me cuente la paradoja de Teseo.
– Aunque te queda no sabes qué sensación — dice — de que no es la mejor manera, la más inteligente o de cerrar estas líneas ¿verdad?
Y, con un suspiro, que si fuera más joven y se sintiera con más fuerzas se marcharía, a vivir en otra parte, lejos, desde donde al asomarse a la ventana no ver que ya no, nunca más…
Y, dándole la espalda
– ¿A qué?
Encendiendo un cigarrillo.
Y que de qué estábamos hablando.
Y me viene a la cabeza, no sé por qué, la paradoja de Sorites, y toda su historia, con la que enredando con el Google había ido yo a dar, sin saber mucho cómo, no haría más de un par de días en Internet.
Y que — espachurrándolo en el alfeizar — qué absurdo es todo.
Y cierra la ventana, sin decirme ni adiós.
Papeles
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.