About the work
https://valentina-lujan.es/H/habiaquestardeac.pdf
y no por imposición del abuelo ― que era en realidad bisabuelo, el único que nos quedaba y, por tanto, el patriarca de la familia al que la mismísima Genoveva respetaba hasta el extremo de no haber osado jamás arrinconarlo o reducirlo a la condición de cartulina amarillenta enmarcada y colocada luego, junto a un florerito, sobre la tapa del piano o sobre la mesita del teléfono ― sino porque la propia Genoveva reconociese que, aunque hubiera sido por imposición de cualquier otro e incluso aunque se hubiese tratado de alguien que no mereciera respeto alguno como estábamos rodeados de, como decía Purificación tanto gilipollas , no habría merecido la pena discutir ni llevarle la contraria porque con los gilipollas ya se sabe lo que pasa.
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Aunque parece ser, aunque no hay prueba documental, que en alguna ocasión se le escapó también a don Sisenio y que, de inmediato, contaron, se santiguó y rezó tres avemarías y en penitencia se comió sólo dos bizcochos en lugar de tres.
que don Sisenio, a su vez y en su momento, juntando las manos y elevando los ojos al cielo entre el primer bizcocho y el segundo, rectificó por pobre angelito de Dios esclavo de su propia ignorancia.
Y esta vez no fue Purificación, que como andaba en uno de esos días en que como solía decirse no estaba para nadie ni quien la aguantase no había venido y la sustituía Desideria la del cuarto, sosilla pero muy educada y casi, con unos arreglillos y un par de puntadillas de nada, de la misma talla aunque sin moño y las uñas más largas; ni Purificación ni por supuesto Desideria ni don Sisenio y a pesar de andar un poco contrariado porque aquella tarde no había bizcochos; ninguno de ellos sino la propia Genoveva, que se le escapó sin querer, dijo, pero que bastaba de risitas y de cachondeo — que se le escapó también, y más risitas — porque esta tarde, dijo, con lo del parque nuevo con árboles y lago y todo hasta con patos tengo muchísima faena, y que no estaba para perder el tiempo con menudencias.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.