About the work
https://valentina-lujan.es/L/latiaviuda.pdf
La tía viuda de las de Vinuesa sorprendió a la Loli cuando estaba sentada frente al tocador poniéndose la gargantilla con el camafeo ribeteado de brillantitos mirándola, impasible, desde su antifaz que para ser lo que era la Loli que era al revés pero nos hemos vuelto a equivocar, maldita sea, pero las del Santa María nunca hacemos tachones , le pareció poco aparatoso pero, entendiendo que se dijera lo que se dijese de ella podía andar un poco trascordada — “si me da la real gana”, pensó, “que decir es muy fácil pero cada cual piensa para sus adentros lo que de verdad piensa”, y que a nadie le iba a extrañar — y no caer en la cuenta de que un martes de carnaval estaría requiriendo algo más vistoso, con plumas y pedrerías, o puntillas, o algo, no se inmutó y le dijo en su tono tan natural de siempre “anda, deja ya eso que nos tenemos que marchar” y, la otra, sin inmutarse tampoco, que adónde.
– ¿Pues y dónde va a ser? Qué cosas tienes ¿O es que no te acuerdas que es el día grande?
– ¿Para quién? — Muy concisa la otra.
– Bueeeno —conciliadora y atenta, por encima de todo, a lo suyo porque, total, para qué…
– No, si no hace falta que me lo digas… — y poniéndose de pie sin demasiada soltura , en tono despectivo, que mascaradas…
– No te pongas tirante, por favor — y alargó la mano para acariciarle el pelo, corto y lacio, sin gracia — que demasiado tengo yo…
Pero la otra se retiró, dolida.
– Está bien — mal, en realidad, pero la verdad, hubiera que dar la razón a quién hubiese que dársela, es que no se veía…
– Y esos faldumerios — la otra —, arrastrando y sin tacones, qué no tienes costumbre además…
Y que por qué, en un día tan señalado, no se los había puesto “tú que siempre…”.
– Pues porque Marcela ha dicho que…
– “Señorita” — la amonesta —, un respeto.
– Yo — se ríe, dentro de su pesar — no le tengo que tener respeto a nadie.
– En eso, mira — y dentro de su compunción también sonríe — no seré yo, precisamente quien vaya a quitarte la razón.
– Y, este pelo — levantando un mechón con el índice y el pulgar y nariz arremangada y boca fruncida, de mal talante —, ¿Cómo lo ves?
– Bah, mujer, si total sólo es un día.
– El último, sí.
– De una fiesta tan larga, ¿no es eso?
– ¿Hace falta echar más leña al fuego?
– No. Por raro que parezca, fíjate lo que son las cosas, que tengo calor.
Rumores
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.