About the work
https://valentina-lujan.es/L/labiossusurrando.pdf
Labios susurrando cuentos o entonando silvas y arias de princesas encantadas y de príncipes azules y de brujas y de hadas y de duendes saltarines y de enanitos en bosques y de bosques con sus brumas y de mares con sus blancas olas que mueven espumas y espumas de nubes altas y altas torres con almenas y almenas que guardan pálidas damiselas que recuerdan a aquel que quiera pensarlas que en el mundo en que vivimos tan razonable y tan práctico ya no hay lugar para duendes ni encantamientos ni hadas y los príncipes no existen y tampoco quedan damas que esperen de sus amantes que vayan a despertarlas con cánticos ni motetes ni redondillas ni gaitas porque las mozas ya saben que dejaron de ser damas cuando dejaron que ellos dejaran de venerarlas; hoy ya permanecen mudos, hoy ya no cuentan ni cantan, ni susurran ni relatan historias de torpes lances de muchachas hechizadas por los requiebros de zánganos que sólo quieren folgárselas.
18 de octubre de 2010
Silogismos
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.