About the work
https://valentina-lujan.es/E/elcautivo.pdf
– ¿De qué sirve haber un día imaginado ser libre y dueño de hacerse grande comprendedor de a qué sirve ese sentimiento extraño, ajeno a sólo saberse y próximo sin embargo a no ignorarse perdido, errante y sin horizonte, anclado de los amarres sujetos a peregrinos intereses que no importan y obstaculizan el limpio nada más ser un ser vivo que será lo que Dios quiso que fuera de las fronteras del cuerpo artero y altivo fuese aquello que Él dotara de razón que traspasando los límites de las sombras que lo mantienen sumiso a esclavitudes que rondan el filo de la estulticia lo colocará al alcance de la mano de la gloria que aguarda a los que no buscan más en ella que otra cosa distinta de lo que ofrece la vanidad mentirosa?
Preguntaba a grandes voces la voz interior que el hombre escucha cuando en la noche y sin otra compañía que el silencio que se quiebra con los fragores del día se ve sumido en la enorme quietud que mueve a ver viva la luz del entendimiento que silenciosa lo invita a buscar en su memoria el futuro que olvidase cuando soñó que vivía.
Y el hombre no contestaba, y al sueño se resistía, y no doblegaba al hombre deseo que ya no sentía de permanecer dormido por beber más de la tibia embriaguez que lo embargara cuando, creyéndose libre, sólo escuchaba las voces de pasiones y de frías pulsiones que maniatado a sus miedos lo tenían.
Y se callaron las voces, las de fuera, con sus ruidos, y sólo quedó en el aire el silencio que el cautivo escuchara cuando a solas, al volver de un día perdido entre cadenas y amarres a intereses peregrinos, se aprestase a ya sin miedo, bien despierto y sin prejuicios, dejarse llevar tan sólo de la mano hasta la gloria que aguarda a quien no sucumbe a vanidad mentirosa.
8 de mayo de 2013
Silogismos
Poesía
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Code: | 2308115026204 |
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Date: | Aug 11 2023 18:38 UTC |
Author: | Afrodita |
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.