About the work
https://valentina-lujan.es/E/especiesinvasoras.pdf Leo en El País que la comunidad de Madrid declara la guerra a mapaches y cotorras, y que el gobierno regional aprueba la captura y muerte de cualquier ejemplar para combatir la proliferación de unas especies exóticas muy agresivas con las autóctonas. Se las llama “especies invasoras”. Es decir, que un buen día y por puro capricho, con el mismo ánimo hortera y chabacano con que cualquier patán humano se embarca en un crucero, las cotorras y los mapaches hicieron sus respectivos equipajes y se vinieron aquí, a hacer turismo, a conocer la Comunidad de Madrid y, de paso, arramblar con la fauna y con la flora autóctonas. Y ahora, claro, hay que exterminarlos como sea porque son un problema. ¿Quién ha creado el problema? Gente estúpida que decidió adquirirlos, como mascotas, lo mismo que se adquiere cualquier objeto decorativo que cuando uno se cansa de él lo regala o lo saca de casa, lo coloca en la acera junto a los contenedores de la basura y cierra la puerta de su casa. Problema resuelto y se quedan tan anchos. Pero los animales no son objetos. Los animales son seres vivos a los que la Naturaleza creó y colocó en su hábitat, en el lugar del planeta en el que cada especie encontraría su medio de vida, la forma de cubrir sus necesidades y, al mismo tiempo, estaría contribuyendo a mantener eso que creo que se llama “equilibrio ecológico”. Poco a poco el Hombre ha ido invadiendo los espacios que alguna vez fueron naturales de los seres vivos no racionales que, debido a su carencia de razón y ante la imposibilidad de maquinar maldades, no tuvieron la precaución de adelantarse a los humanos tomando la iniciativa y siendo ellos los que pusieran coto a su entorno y a su medio. Los seres vivos no humanos nunca han invadido nada. Ha sido el ser humano el que por distintos intereses, la mayor parte de las veces bastante mezquinos, han ido desplazando a los animales y a las plantas de los lugares en los que nacieron. Los humanos no nos hemos integrado con la Naturaleza, la hemos combatido y parece que le vamos ganando. Podemos sentirnos orgullosos, estamos creando día a día el mundo que queremos y a nuestra medida. El mundo que nos merecemos y que satisfará todas nuestras expectativas. Ciudades cada vez más grandes y más deshumanizadas en las que acabará por no quedar espacio para los sentimientos ni para un mínimo de piedad o, por lo menos, para un mínimo de eso que se llama “sentido común” y es no menos raro, exótico, y merecedor de ser desterrado de las conciencias como son desterrados (no importa por qué medios) las cotorras y los mapaches de la Comunidad de Madrid. 22 de julio de 2013 Etiqueta: Admistiquios Categoría: Prosa
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.