About the work
https://valentina-lujan.es/E/esfrecuentes.pdf Es frecuente escuchar a personas decir “mis amigos”, las hay incluso que tienen muchos amigos y que, cuando cuentan alguna circunstancia o etapa dolorosa o difícil de sus vidas, dicen que pudieron superarla gracias a sus amigos. Un grupo de amigos, ¿no es de alguna forma un círculo restrictivo, una especie de clan? ¿Es de verdad tan probable, en términos matemáticos, que justo en nuestro entorno, en el medio habitual en que nos movemos, haya tantas personas (a juzgar por la cantidad de amigos de que alardea la gente) con las que congeniar; o lo es mucho más que esos que llamamos amigos estén siendo en realidad cómplices, tan asustados de la soledad y el aislamiento como nosotros mismos? ¿Nos queremos de verdad tanto con nuestros amigos como para soportarlos? ¿Podemos de verdad ser tan auténticos con ellos como para que nos soporten? ¿No sucede más bien que nos inmolamos, renunciamos a nuestra verdad, en aras de intereses no diré que siempre mezquinos o pobres pero sí en muchas ocasiones sólo prácticos? Conozco, como todos, imagino, alguna señora que tiene una amiga que sabe coser y que, por lo tanto, su amistad le resulta conveniente a la hora de arreglar una falda. Solo es un ejemplo, claro; y hay infinidad de ejemplos. Lo que quiero decir es que lo que en términos tan razonables e incluso filosóficos denunciamos a gran escala, lo practicamos a nuestra pequeña escala personal sin pestañear ni ruborizarnos ni pararnos a echar cuentas de si nos estamos falseando. Todos, a mayor o menor escala y desde actitudes en apariencia inocentes e incluso altruistas (a la amiga que me arregla la falda yo le corto el pelo, que se me da muy bien y además de alguna forma tengo que corresponder), claudicamos de nuestras verdades — nos contamos a lo mejor sí nuestras vidas, lo menos esencial por cierto de nosotros mismos — y amordazamos nuestro pensamiento por no desentonar y por el temor a ser rechazados. Vamos, por resumir, que a la tiranía del pensamiento único, de la forma de pensar de “nuestro círculo”, nos doblegamos todos, o casi todos, y en todos los aspectos, desde los más profundos como pueda ser lo relacionado con las creencias a los más superficiales como la forma de vestir o el gusto por un determinado tipo de música, o de cine, o de lectura, o de diversión, o de lo que sea… 19 de junio de 2012 Etiqueta: Admistiquios Categoría: Prosa
Comments
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.