About the work
https://valentina-lujan.es/trans/consternadantelap.pdf
de quedarse sin empleo en una época en la que, para colmo, andaba embarcada en una hipoteca porque estaba ya hasta la coronilla, dijo, de compartir piso con un par de cajeras de supermercado y un físico nuclear que se pasaban la vida riñendo a ver a quién tocaba hacer el baño y fregar los platos; y se había comprado un pequeño apartamento que “ahora, por culpa de todos ustedes , no sé qué voy a tener que hacer para pagarlo” se puso de pie tras pronunciar su dolorida alocución plagada de tintes nostálgicos recordando ella cómo, proveniente de una pequeña capital de provincias de clima más bien frío y bastante lluvioso pero muy bonita con su magnífica catedral gótica, había llegado muy joven a la capital como quien dice con lo puesto huyendo del hogar familiar y de un padrastro lascivo que…
Alzó en este punto la mano Sonia, impidiéndole con su gesto sereno terminar la exposición de unos hechos que intuía — y no es que se hubiese manifestado Sonia hasta el momento como persona intuitiva, o yo por lo menos no había reparado en ello; pero si ahora afloraba esta nueva faceta de su carácter entendí que sería prudente, para lo sucesivo, tenerla en cuenta — “pueden contener — dijo — detalles o pormenores escabrosos tal vez no muy aptos para ser escuchados por los niños” para, de inmediato y llevándosela a la cabeza, girarse hacia mí y en tono muy alterado increparme con que si es que no iba a ser posible hacer carrera de mí, y que si seguíamos en ese plan terminaríamos desquiciados y con los nervios hechos trizas, sin ser capaces de reconocernos siquiera no ya los padres a los hijos y estos a sus padres sino cada cual a sí mismo y a sus propias reacciones.
– ¿O le parece coherente que me ponga — me preguntó enfadada — remilgosa y oh, cielos, delante de los niños cuando venimos de decir, de decirlo yo personalmente no hace ni cinco minutos, que estos niños de ahora saben latín?
– ¿Cinco minutos, Sonia — objetó su marido —cuando lo de la mariposa fue a primera hora de la noche y ya está, mira por la ventana tú misma y podrás verlo, empezando a clarear?
Y que habían sucedido muchas cosas desde entonces y que se acordara, por ejemplo, cómo en Velázquez esquina con Jorge Juan tuvimos que cambiarnos de taxi porque un chiflado se saltó el semáforo y nos embistió…
– No era Jorge Juan sino Villanueva — ella, que además de intuitiva comenzaba a revelársenos como buena observadora —; lo recuerdo perfectamente porque el coche nos embistió por la derecha.
– Perdona, querida, pero no. Además… — se volvió Ramírez hacia mí —, ¿qué dice exactamente el manuscrito?
– ¿Qué manuscrito? — Sonia, en tono sarcástico muy parecido al que emplease la tarde de las judías diciendo par de adorables querubines justo antes de, pasando sin solución de continuidad a un tono...
...
Polaco él, empleado como tantos centroeuropeos venidos a España por aquella época de peón en una empresa constructora, con el que tras conocerse chateando por internet y tomar un par de copas había entablado una relación sentimental y, juntos, habían alquilado un pequeño apartamento… (etc.)
Hipó, sonándose la nariz con un kleenex y despreciando el pañuelito que con tan buena voluntad e ímprobo esfuerzo el chico había centrifugado en atención a un abuelo que, y bien patente había quedado, ni merecía tantas contemplaciones ni había necesitado quizás nunca la colaboración del pequeño ni para entender ni para expresarse...
Borradores para un baúl
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.