About the work
https://valentina-lujan.es/Q/quellagustabaremem.pdf
que ella gustaba rememorar así: mi día, aunque en sentido estricto, o en el lenguaje siempre culto de Ursina puridad, los días no se disfrutaban de forma como si dijéramos vitalicia y, ni siquiera, aun con plazos que podían ser tan sólo de horas o de minutos o incluso de instantes se tenían para todo el rato sino que, y a un forastero ya le pasó y porque dijo pues si después de lo lejos que vengo para veintisiete segundos tengo que repartirlos esto es no ya una guarrería de vida, que total tan corta qué más da, sino una estafa en toda regla, y que le devolvieran el dinero y que dónde y a quién había que reclamar y fue, a la ventanilla, que había cola, y cuando por fin le tocó la vez y expuso su queja el funcionario de turno le contestó pero, vamos a ver, caballero, si me queda claro si debo archivar su solicitud en el casillero de longitudes o en el de precios, que poner la crucecita en los dos sitios y, luego, si se les concede una vida larga pero barata también protestan.
Y que si quería, le ofreció, puedo acoplarlo en uno de los cupos de años, que esos, dependiendo de cómo de cuántos, suelen estar menos saturados y, claro, son ustedes menos a repartir y a un precio además muy asequible.
– Ya, pero cómo de cuántos — repuso el forastero — porque… que a ver si me entiende no sé si me entiende lo que quiero decirle, que, sólo por ahorrar pues que como que… No sé si usted conoce el dicho que dice que lo barato es caro…
– Le comprendo perfectamente, pero mire, va a tener usted suerte porque tenía por aquí traspapelada una devolución que, por cierto, el, o bueno, la, porque era una señora, que cancela ha renunciado al reembolso porque llevaba prisa; le va a salir a usted regalado.
– No, si eso ilusión puede hacerme, pero concréteme la longitud.
– Ciento siete años; y a coste cero y sin tener que repartir como quien dice porque su único compañero, que solo hay ya le digo un participante, lleva ya ciento veintitrés.
– No sé que decirle, la verdad, que contraer así tan de pronto y con unos planes con los que no contaba una responsabilidad de tan largo recorrido…
Y que, pensándolo bien o regular por lo menos porque que el bien absoluto quién lo conocerá, casi mejor que no pero que muchas gracias.
– Pero, hombre — el funcionario —, tómese al menos la parte alícuota que le correspondería de los veintisiete segundos a los que renuncia para considerar con calma, bueno, relativa, sí, pero que… vamos, que lo que le estoy poniendo al alcance de la mano sería el sueño dorado de muchos.
– Lo comprendo, y se lo agradezco — el extranjero —, pero es que no estoy seguro de querer dormir tanto.
Y, el funcionario, mirándolo alejarse, consternado musita para sí una vida regalada y no la quiere. Gente más rara.
Transgresiones
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.