About the work
http://valentina-lujan.es/R/ripioalinstante.pdf
Junto a las brumas las sombras
la claridad con las luces
dos a dos caminan solas
nunca las cuatro se unen.
Juventud con alegría
la desesperanza aun tarda,
vejez con melancolía
olvidada la esperanza.
Si las sombras y los claros
no entrecruzan sus caminos
no ha de jugar el anciano
al truje de cuando niño.
Si el truje no fuera juego
no se niegue su existencia,
que del niño es la ocurrencia
sutil cual oído de ciego.
Sutil, rauda mente aguda
endereza los reveses
y si un día la suerte muda
ya son estas otras mieses.
Cada nueva primavera
trae nuevas espigas verdes,
no son estas las primeras
aunque como tal las vieses.
La que viste siendo niño
cual la reciente fue nueva,
pero no hagas a esta un guiño
queriendo que sea la vieja.
Cuando la vida trascurra
y haya una tercera espiga
tal vez ya no se te ocurra
que las tres dieron su miga.
Aprovecha y mira ahora
todas las espigas juntas,
sólo así atarás las puntas
de memoria con demora.
Mientras hay demora aguardas
que llegue el próximo tren,
si de la estación te marchas
te preguntarás ¿por qué?
Espera aunque nada llegue,
aguarda aunque nada ocurra,
no aferres las viejas mieses,
déjalas ir con la bruma.
Cual se disipa la bruma
cuando por fin rompe el día
se esfumará la amargura
ahuyentada de alegría.
Y bajo los rayos tibios
del brillante sol mayero
verás discurrir los ríos
de dulce miel del momento.
Miel que sin saber brindaron
todas las flores del campo
¿Por qué han de saber las flores
que un día será miel su polen?
¿Por qué ha de saber el triste
que serán lágrimas risas?
¿Por qué han de saber los ríos
que serán mar algún día?
Y aunque existen risas tristes
hay lágrimas de alegría,
y arroyos antes que ríos
a los que su fluir les guía.
Registered at Safe Creative
Code: | 2309135318140 |
---|---|
Date: | Sep 13 2023 17:29 UTC |
Author: | Valentina Luján |
License: | All rights reserved |
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.