Según dice mi amigo
Alicia Bermúdez Merino
Madrid - Spain
Share in: twitter facebook pinterest url

About the work

https://valentina-lujan.es/alicia/odichoconmas.pdf

o, dicho con más propiedad y para que se vea que no pretendo ocultar mis errores, “según habría dicho mi amigo” si yo ― en vez de dejarme arrastrar por las apariencias tomando como paradigma de la sensatez, del aplomo y de la elegancia a aquel señor de la corbata de rayas gris perla, que desayunaba en la misma cafetería que yo cada mañana, y me impresionó por la elegancia con que, después de haberlo cortado con cuchillo y tenedor, mojaba el croissant en el café con leche ―, hubiese tenido la perspicacia de fijarme en un hombre menos atildado, tal vez (sin corbata y con zapatos náuticos y una chaqueta que no pegaba nada con el pantalón), menos atildado pero de apariencia y de modales mucho más auténticos para representar el personaje de mi amigo quién sabe si, aun sin corbata, me hubiese asesorado, aconsejado de otro modo o esperado de mí una obra diferente de la que (aun con muchas protestas de “yo no quiero influenciarte” y todas esas cosas tras las que siempre intentó disimular su temperamento autoritario) mi amigo me está continuamente con mucho saber hacer y mucha paciencia y mucha mano izquierda imponiendo y sintiéndose, a su vez — porque lo he llegado a conocer tan bien que me doy cuenta por más que se esfuerce él en disimular —, frustrado cada vez que las cosas no salen como él las ha imaginado.

Pero, ya digo, no me fijé, cuando de nada sirve a estas alturas lamentarse ni existe posibilidad de rectificar ― porque, sí, y yo lo entiendo, entiendo perfectamente, porque por qué no, que puedo cortar (valiéndome de cualquier excusa) la amistad con mi amigo, o cortarla él conmigo (también él valiéndose de una excusa cualquiera), pero, hoy por hoy, hoy por hoy es mi amigo y, hasta mañana por lo menos (y nunca antes de las siete porque después de comer yo he de ir a casa de los Ramírez, que ya he quedado, y él, creo, tiene que ir al dentista) no nos queda más remedio que seguir siéndolo; y, como estoy escribiendo en presente, no puedo rectificar lo que no podré hacer hasta mañana por lo menos ―, en aquel hombrecillo gris que, mientras mojaba (con la mano izquierda, que vi que era zurdo) porras en el descafeinado con leche con el meñique estirado y adornado, el anular, con un anillo con sello, pasaba las hojas (empezando por el final, prueba inequívoca de su vulgaridad) de un periódico deportivo con la derecha en cuya muñeca lucía (como todos los zurdos que llevan reloj) un reloj con correa, de color marrón, un poco raída, que no me llamó en absoluto la atención ni reparé, al pedir él la cuenta al camarero (sin decir “por favor”) con una voz algo chillona que me desagradó, en que, con la misma mano izquierda con que mojaba las porras y sin limpiarse los dedos en una servilleta, sacaba del bolsillo (un poco descosido, que le asomaba el forro) de su pantalón un monedero, muy usado y de cremallera, del que extrajo unas monedas que, tras contar y revisar cuidadosamente (se puso unas gafas de montura de carey que sacó de una funda que llevaba en el bolsillo superior de una americana de cuadros) deposito en el platico en el que el camarero le había traído la nota, y cogió la nota y la leyó y la tiró al suelo, y se quitó las gafas y, una vez devueltas a la funda y la funda al bolsillo, salió por la puerta del local sin decir ni un hasta luego ni un adiós y, pude ver, cómo, caminando y de espaldas, se rascaba, digamos que allá donde la espalda pierde su nombre y, en el centro de la coronilla, una calva (no incipiente sino bastante ostensible) que, esa sí, me llamó un poco la atención, porque me pareció que era demasiado joven, que si pasaba de los veintisiete no podría estar siendo más de un par de meses o, incluso, tan sólo cinco semanas.

Pero, ya digo, dio la maldita mala suerte de que no me fijé en él y, por tanto y como es natural, no pudo ser el modelo de amigo que me hubiese convenido elegir para que dijera otra cosa que no fuese (pero dicho estaba), aunque dicho con más propiedad, que no soy Shakespeare.

Versaciones

Registered at Safe Creative

Code: 2308275159453
Date: Aug 27 2023 20:10 UTC
Author: Sergio Escalante
License: All rights reserved

More information

About the creator

Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.

Top Works

View all works
Work of the month Work of the month
Destino
/ Literature
Destino
Nécora o pasteles
/ Literature
Nécora o pasteles
Dámelo
/ Literature
Dámelo
Cuerpo y alma
/ Literature
Cuerpo y alma
Extranjeros
/ Literature
Extranjeros
AMOR ETERNO
/ Literature
AMOR ETERNO
De qué
/ Literature
De qué
Vas-buscando
/ Literature
Vas-buscando
Cuatro esquinas
/ Literature
Cuatro esquinas
Omóplatos platerescos
/ Literature
Omóplatos platerescos
Do you want to be up to date with everything that happens in Creators?

Subscribe to our Safe Creative newsletters

I have read and accept the privacy policy

Submit


You have already subscribed to our newsletter.
You will receive our news soon =)


Safe Creative
© 2023 Safe Creative