Historia de Lola
Alicia Bermúdez Merino
Madrid - Spain
Share in: twitter facebook pinterest url

About the work

https://valentina-lujan.es/alicia/historiadelola.pdf

Ayer, tomando el primer café de la mañana, vi, donde habían estado anteriormente las excavadoras y los jubilados con las manos cruzadas a la espalda, atracadas dos embarcaciones de recreo.

Entré a contárselo a mi marido: “hay dos yates ahí abajo”.

Él preguntó escéptico “¿dónde?”.

– ¿Dónde iba a ser?

No se acostumbra a que ahora vivimos aquí y parece sorprenderse, cada día, cuando se asoma a la ventana y se encara al panorama refrescante.

A veces pienso que añora el barrio ruidoso, de calles estrechas y fachadas ennegrecidas por el humo, donde vivíamos antes; pero si se lo digo contesta que qué tontería, que está encantado y que, de haberlo sabido, hubiésemos debido mudarnos hace tiempo.

– ¿“De haber sabido” ― le pregunto ―: qué?

Responde entonces que ha hablado sin pensar, que ha dicho “de haberlo sabido” sin estar considerando seriamente que hubiera algo que saber. Pero no sé si termino de creerlo sintiéndolo, como lo noto, tan ausente y con deseo de regresar al interior donde, imagino, se encogerá de hombros e ignorará haber visto nada.

Sospecho que lo que de verdad le desagrada son los cambios, sin importarle en absoluto que sean para mejor. Pero, bueno, miró aunque fuera sin muchas ganas y dijo:

– ¿Yates? ¿Son yates de verdad esos barcos?

–Sí.

Quedaba un poco de café en el fondo de la taza y lo bebí de un solo sorbo; él opinaba, sin embargo, que eran veleros. Dejé la taza a un lado y dije «puede ser».

No tenemos hijos. Si los tuviéramos quizás nuestras conversaciones fuesen distintas; no demasiado pero un poco más parecidas tal vez a las que mantienen los matrimonios que han de velar por seres de los que son responsables. Entonces diríamos, él o yo, «este chico o esta chica, no sé, pero lo encuentro raro o rara»; y el otro respondería:

– ¿Tú crees?

– Sí; parece triste últimamente… o distraído o, por qué no, un poquito absorta.

– ¿En qué quedamos?

– ¿Qué importancia puede tener eso? ― Alguno de los dos, un poco irritado ―: el asunto puede ser serio y, nosotros, aquí, parándonos en detallitos…

– No veo la necesidad de dramatizar.

– Tampoco yo; pero si te parece menos catastrófico lo podemos dejar en «sin terminarse de centrar, con la cabeza en otra parte», o algo así. No pretendo afirmar rotundamente que… Bueno: no sé.

– A mí, en cambio, me seduce más imaginar que se trata de una persona alegre.

– ¿Alegre?

– Optimista.

– ¿Por algún motivo en concreto?

– Pues, así, al pronto… Pero alguno habrá.

– Ya, pero sin ni una noción siquiera…

Me refiero a, por precisar, esos diálogos mediante los que aun a base de desacuerdos se llega a conclusiones vitales por las que merece empecinarse y batallar aunque, cuando antes o después los ánimos se calman, se termina admitiendo que se siente lo siento y que no era para ponerse así.

Pero no es el caso, ya digo; no al menos en la actualidad.

En el pasado, sí: tuvimos un hijo.

Nació y creció y durante unos años siguió siendo nuestro sin que se nos ocurriera ni por un instante sospechar o temer que algún día…

Fue una imprevisión, ya lo sé, pero las personas normales y corrientes no se pasan la vida sospechando y temiendo; o no al menos constantemente y sin tomarse jamás un respiro.

Había sido, creo recordarlo bien, un fin de semana complicado y no porque se acumularan contrariedades nada más y una tras otra; no: cuando los acontecimientos que se van encadenando muestran todos un perfil adverso se les coge el tranquillo y, yo siempre lo digo, se tira para adelante con una relativa facilidad. Lo malo de aquel fin de semana fue su discontinuidad, el que sin ningún criterio previsible se entremezclasen distintas piezas de diferentes puzles que tendrían que estar cada cual en su caja respectiva y, quien inocentemente levanta la tapa, intenta armarlo sin saber que va a ser imposible hacerlas encajar.

Ya sé; ya sé que puede no intentarse, y dejar que las piececitas del puzzle o los varios puzles revueltos se mueran de aburrimiento esperando a que alguien abra la dichosa caja en la idea de encontrar una mantelería para doce o una manta eléctrica que en toda su vida buscará… Pero sé también, igual que todo el mundo, que… no se me ocurre nada especialmente ingenioso ahora mismo; no me importa ninguna caja ni qué pueda contener aunque mañana, o dentro de un rato, me dé de bofetadas porque necesito algo que no logro recordar en cuál está. Lo que quiero decir es que ni su padre ni yo estábamos de un humor del todo bueno ni decididamente malo, ni locos de contento ni al borde de la desesperación, ni tronchándonos de risa ni deshaciéndonos en lágrimas, ni aburridos como ostras ni… Bueno: el caso fue que mató al hámster.

El niño tenía siete años, y sus manos...

Versaciones

Registered at Safe Creative

Code: 2308215110360
Date: Aug 21 2023 22:56 UTC
Author: Sergio Escalante
License: All rights reserved

More information

About the creator

Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.

Top Works

View all works
Do you want to be up to date with everything that happens in Creators?

Subscribe to our Safe Creative newsletters

I have read and accept the privacy policy

Submit


You have already subscribed to our newsletter.
You will receive our news soon =)


Safe Creative
© 2024 Safe Creative