About the work
https://valentina-lujan.es/alicia/elpreguntara.pdf
Él preguntará, muy
extrañado cuando lo lea, que
por qué; y usted, tratando de
esquivar su mirada,
responderá en plan evasivo y
haciéndose un poquito el
mártir, el muy desgraciado y
desvalido, que no sabe.
– ¿Cómo que no sabes? – dirá.
– No – dirá usted, como no queriendo
hablar más del asunto –; no lo sé.
– A ti te pasa algo – dirá él entonces, al
verle tan alicaído y ojibajo.
– No; no me pasa nada – insistirá usted.
Él entonces insistirá1 con “vamos, déjate de tonterías; sé
perfectamente que algo te pasa”.
Usted le contestará, aprovechando la coyuntura, no que preferiría que
le dijera lo del ponche calentito y la aspirina y colgase porque, perdona,
pero hoy no tengo ganas de hablar – porque la suya no es una de esas
madres que dicen tan fácilmente bueno, pues que te mejores y adiós, sino
de las que se enrollan y lo acabaría desconcentrando, ahora que ya parece
que se empieza a organizar – sino que, si tanto insiste “y tan interesado
estás, ¿Te será tan difícil, llegados a este punto y tan bien que va, tirarme
con habilidad de la lengua para que yo, que soy quien tiene los recursos
porque para eso soy ahora el escritor, te dé una pista por lo menos de por
qué estoy deprimido y pueda, gracias a tus acertadas conjeturas2,
emborronar unos poquitos folios más?”.
1 porque es un amigo. No lo confunda con su madre, que entonces lo echará todo a
perder porque el dialogo no cuadrará y será tiempo perdido y papel para tirar y, en el
ministerio, la señora de la limpieza ya le ha comentado, así como de pasada, “hay que
ver su papelera, hasta arribita siempre más que ninguna otra que está siempre”.
2 que expondrá, convendría, muy bien razonadas y tirando a extensas; (O “de manera
un tanto prolija”, que queda muy literario).
Versaciones de un chupaplumas
No sé si seguiremos
– “¡Emborronar!” ― Exclamará él ― ¿Ves cómo es verdad que estás
deprimido?
Y, para animarlo – porque es un amigo3 –, querrá apartar de su
ánimo atribulado (el de usted) los sombríos pensamientos que lo tienen
afligido echando mano, seguro, del asunto aquel tan divertido (entendió
usted) de la muy buena noticia que tenía que darle.
– ¿Una noticia? – preguntará usted con extrañeza
– Una noticia, si – responderá él.
– ¿Buena? – recabará usted.
– Buena – repetirá él.
Usted dirá – encogiéndome de hombros – que no sabe, pero que no
recuerda nada de ninguna noticia buena.
Él pondrá el grito en el cielo enteramente asombrado de que se le
haya podido olvidar “algo que, y mira que te lo puse en bandeja con lo de
la novia y tal” y, exclamando “¡hombre, por Dios, pero si se trataba nada
menos que de algo tan…!”.
Y se lo contará y, así, sin sentir como quien dice, tendrá unos
poquitos folios más que emborronar…
¡Hala; ya está!
¿Ha visto usted qué fácil?
Ahora le queda nada más desarrollarlo. Que se lo dejaría hecho,
como me fío tan poquito de usted; pero no puedo porque tengo que pegarle
el botón de la camisa que no tuve tiempo el otro día, y planchar otras cinco,
y bajar a la tienda de abajo para comprar una lata de guisantes ― que le
pedí que la comprase, pero a usted se le olvidó ― para la ternera a la
jardinera que tengo que hacer también.
No sé, pero a mí me parece (y perdone la intromisión) que sería justo
que contratase una cocinera, porque desde aquel día en que, para mi
desgracia, empezó a confiar en mí y a dejar los cajones abiertos estoy, de
verdad se lo digo, que no doy abasto.
3 un amigo de los de verdad. No su madre, acuérdese; y acuérdese también de que ella
lo quiere convencer de lo contrario siempre que se presenta la ocasión; pero es que las
madres viudas de hijos únicos son siempre muy celosas. No le pasa sólo a usted.
Versaciones
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Code: | 2308145062746 |
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Date: | Aug 14 2023 18:58 UTC |
Author: | Lola |
License: | All rights reserved |
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.