About the work
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y así se lo confié a mi amigo, paseando, por el Retiro, una tarde que nos
vimos porque – recuerdo – le telefoneé angustiado y confuso diciendo necesito verte, tienes que ayudarme y él respondió con un lacónico no sé si podré.
– ¿Y mañana? — pregunté.
– Me parece que tampoco — respondió.
Así que, concluyó, para qué dar largas.
Y que nos veíamos esa misma tarde si es lo que yo quería.
Así que nos vimos, sí; y después de pasear y de contarme que ahora (entonces) había conocido a una chica no demasiado mona pero sí muy simpática y que estaba bastante ilusionado — que por eso no podía mañana porque a ella le gustaba mucho la pintura y habían quedado después de comer para ir juntos al museo del prado — cuando nos sentamos en una terraza y quiso conocer los motivos por los que me sentía angustiado y confuso porque, dijo, tu ya sabes, no hará falta que te lo repita, tan amigos como somos de toda la vida, yo podía contar con él para todo lo que necesitase, menos, y que eso tampoco haría falta que me lo repitiera porque ya lo habíamos acordado en nuestra primera cita y figuraba en el contrato que firmamos en el Coffe&Shop la tarde de la lluvia, en algo o en nada que tuviese que ver con la literatura ni con las preocupaciones o sinsabores que esta pudiera causarme.
– Pero, ¿de qué me estás hablando? — exclamé — ¡Yo no recuerdo en absoluto que firmásemos ningún contrato!
– Pues, ¿para que otra cosa estoy yo aquí sino para recordártelo?
Porque, añadió, lo que no hacía falta que me recordase no sé pondría, jamás en la vida, pesado ni machacón repitiéndomelo; pero, para lo que si fuera necesario que me recordase, podía contar con él siempre que lo necesitara, a cualquier hora del día o de la noche, con entera libertad y sin el menor problema.
Y, poniéndose de pie, que ahora (entonces) tenía que marcharse porque tenía el coche en el taller y debía recogerlo antes de que cerrasen.
– Pero si ni conduces — le contesté —, ni tienes coche.
– Y, por qué, vamos a ver, no tengo yo que tener un coche.
– Pues, no sé, imagino que porque no se habrá terciado.
– Pues si no se ha terciado, y que será porque te dispersas mucho y no estás a lo que tienes que estar, que se tercie.
Y que un coche, rojo, grande, de los buenos, no puede ser tan difícil para una persona tan creativa como yo.
– Pero, es que — yo, no voy a negar que algo titubeante —, yo…
– No me vengas con peros ni esques — y me soltó un palmetazo en el hombro, muy relajado y sonriente — que yo sé muy bien que tú puedes.
Y, volviéndose a sentar cigarrillo en ristre y pidiendo otra ronda de cervezas, que ¿y sabes qué?, dijo, ya no tenía prisa porque he pensado que me apetece más con chofer.
Pero que, ahora (entonces) que caía, para con chofer iba a quedar más elegante en negro, o granate muy oscuro.
Y que qué me parecía un Roll Royce, por ejemplo.
Versaciones
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Code: | 2308135053280 |
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Date: | Aug 13 2023 14:43 UTC |
Author: | Felipe Ledesma |
License: | All rights reserved |
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.