About the work
https://valentina-lujan.es/A/alegatoenoctosilabos.pdf
Cuando por fin despertaron/ los que comieron perdices/ comprobaron desolados/ que estaban en los confines/ de un cielo que anubarrado/ cubierto de nubes grises/ se desplomaba inclemente/ sobre un mundo sin sentido/ de la piedad que bendice/ a los que comiendo poco/ con mesura y con respeto/ a qué la tierra nos brinde/ en cada estación del año/ y allá do cada cual vive/ con su frugalidad miden/ cuánto de más ingiriendo/ devorando como buitres/ los que viven solamente/ para sí y para sus fines/ no estarán contribuyendo/ a que en el mundo agonice/ el pudor tan necesario/ para comprender que existe/ un algo más que la panza/ que llenar sin que ello diste/ de alimentar dónde habita/ el alma inmortal que añora/ de su cárcel verse libre/ y remontarse liviana/ ligera no como pluma/ sino como esencia misma/ de su creador del que emana/ y en que aún sin sentir reside/ por encima de pasiones/ espesas y abigarradas/ para alcanzar ya sin peso/ ni su envoltura de grasa/ los confines de otro cielo/ desconocido por quienes/ dependientes de las carnes/ propias y las que son viandas/ en la condición humana/ estamos aún confinados/ lo mismo que está la mosca/ presa de tela de araña.
31 de enero de 2017
Oquios
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.