About the work
http://valentina-lujan.es/R/que fue.pdf que fue, para ponerlas más difíciles por si no lo estaban ya bastante, exactamente lo que hice retrocediendo, regresando al Cofee & Shop de mis desdichas y tan infausto recuerdo donde creí, me pareció, verla con sus botas con vueltas de piel dejando, no por olvido como entonces el paraguas ella sino inocentemente ahora yo y en la seguridad de que a la vuelta me lo encontraría todo tal y como quedaba, la carpeta con los papeles abierta sobre la mesa y expuesto ─ el hecho ─ con toda la ingenuidad y absoluta falta de doblez con que se muestra. Yo había considerado la eventualidad de que aconteciese, porque por qué no, alguno de esos accidentes ─ o incidentes, mejor, habida cuenta de que ni esperé ni deseé en ningún momento que la situación tuviera ni mucho menos que llegar a ser calificada de “crítica” o “extrema” ─ domésticos que, ya por la ruptura de la inercia que por sí mismos y pese a su tan frecuentemente extrema pequeñez acarrean, ya porque como suele suceder en tales casos se enzarzara la familia en una discusión acerca de quién de entre todos los presentes había sido el culpable, forzase a que la atención del observador se desviara y, ahí, en ese pequeño revuelo dirimiendo si el café con leche lo derramó sin querer el abuelo o adrede ─ y porque yo no le fuera simpático o tuviese ganas de hacer enfadar a la abuela, por chinchar, simplemente ─ el menor de los nietos, aprovechar yo la coartada para alegar ante mi amigo que qué lástima pero y mira que lo lamento en el alma los papeles habían quedado del todo ilegibles... Pero a la vista ― por una parte ― de que las cosas se complicaron por causa no sabría yo muy bien precisar si porque, como se viene de relatar, el pequeño se vino con los del primer grupo o porque mi amigo perdiera la noción del tiempo y del espacio menos de lo que yo llevado de mi optimismo me había permitido suponer o, que sería una cuarta posibilidad, porque al su esposo comentar que de haber sabido (etc.) no habría importado que se dejara el mayor los deberes sin hacer, ella, Sonia (porque creo que si no me he trafulcado la puedo llamar Sonia hace ya mucho), le respondiese con mucha acritud “lo habrías sabido si prestaras más atención a tu familia y a tus hijos” o, que sería la quinta , porque los papeles no quedasen ilegibles y de que ― por otra parte ― pese a lo complicadísimas que estaban yo no me podía presentar frente a mi amigo, tan anhelante por celebrar mis progresos, sin algo medianamente enjaretado opté por, anhelante yo a mi vez por evitar que me tildase de tonto, renunciar a tantas estúpidas maquinaciones y continuar, sí , pero por caminos más convencionales que nos conducirían, a todos aunque a los niños hubiera que llevarlos en brazos porque ya empezaban a quejarse de tener sueño y estar muy cansados, a desenlaces bastante más coherentes e instalados en la razón... Para decirlo todo y que no pueda caber ni aun al más avieso de los lectores la sospecha de que estuviese acariciando la posibilidad de tenderle cualquier tipo de trampa. Que sería una segunda posibilidad a tener en cuenta. Puede que menos embargado ― que sería la tercera, y tal vez por causa de no estar tan enamorado de su novia como me hiciese creer la tarde del Retiro ― por sus propias preocupaciones de lo que yo imaginase. Y última, aunque se me ocurran (que tampoco creo) otras diecisiete. Que con estas y por muy irresoluto y apocado que yo sea hay, y de sobra, para ir tirando. Que creo, aun con dolor de mi alma, que siendo la que más fervientemente deseaba yo que prosperase va a ser justamente la que voy a tener que descartar por culpa, maldita sea, de que se ha ido a pique todo mi plan tan bien tramado de que el mocoso derrame el café. Continuar porque si renunciaba a la ilegibilidad renunciaba también a la coartada. Etiqueta: Versaciones Categoría: Telas
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Code: | 2307114803991 |
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Date: | Jul 11 2023 07:23 UTC |
Author: | Doroteo |
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.