About the work
http://valentina-lujan.es/P/perolegus.pdf Alicia no se sabía contestar pero le gustaba, de todos modos y aunque fuese a tontas y a locas ― o tal vez sólo precisamente por eso ―, como total no iba a enterarse nadie, responderse que no. «¡No podrá!», se decía. ¿Por qué? Pues por el mero capricho de llevar la contraria a su propia hermana que tenía aquella antipática manía de, siempre que le planteaba alguna de sus cuitas, decirle, indefectiblemente, piensa. A piensa la había instado cierto día ― lo recordaba claramente ― en que habiendo recibido de la mamá de Rosarito una notita por mano de la niña advirtiendo que iba a ir a visitarla mañana, a la hora del recreo, al objeto de recabarle no importaba en este momento qué embarazosa explicación acerca de algo por lo que estaba molesta, Alicia enjaretó como buenamente pudo, en mente, la explicación idónea a lo que dio en suponer iba a ser la demanda de la madre de la interfecta, pero, irresoluta o deseosa de saber qué tal iba a sonar dada en palabras, decidió dársela, nada más para ensayar, por teléfono a su hermana. –No sé, Alicia ― objetó aquella, una vez la hubo escuchado ―, si me parece del todo convincente. – ¿Y tienes por ventura otra mejor? ― había replicado Alicia poniéndole, con la mano libre, la comida a Aristóteles. Y, la otra, que ella no sabía pero que ― ahí es donde quería ella llegar — pensara un poco. –Piensa — le había dicho. Y Alicia pensó, largo y tendido, pero ahí estaba sin nada en la cabeza que argüir mientras que a él, su Aristóteles, sólo le faltaba ya lamer el plato. Y que si estaba ahí; la hermana. -Sí —repuso; aunque no había que perder los nervios porque él, Aristóteles, comía siempre muy rápido. – ¿Y qué? –Paté de salmón. – ¡Oh, Alicia, esquivando los problemas no se soluciona nunca nada! Y que lo que tenía que hacer era cerrar la boca a esa insolente. – ¿Pero cómo? — Retirando el plato y colocándolo encima del aparador pensativa ― Considerando, además, que la necesito. – ¿La necesitas? ― Escéptica la hermana ― ¿A Sole? ¿Estás segura de que necesitas a Sole? – ¿Cómo saco adelante, sin ella, el tema tan enredadísimo como está de los pichones? ― inquirió a su vez por toda respuesta. – ¡Tonterías! Además, ¿no eran perdices? –Ese es el lío; y esa chica tiene una memoria estupenda. –Bobadas, insisto. Cuando eso era hace mucho, además; los criterios de la docencia han ido cambiando, Alicia, y los métodos, y ahora mismo mucho más que el memorizar lo importante es el razonamiento. – ¿Eso es lo que tú crees? —no sabía Alicia por qué le contaba sus cosas a su hermana, tan poquito que la comprendía. – ¡Pues claro, hija! — y que lo que tenía que hacer era olvidarse de Sole porque, Alicia, esa chica es muy torpe si bien, convenía tenerlo presente si no se quería pecar de sectaria, y según lo pensó lo dijo en alto —: esto no es ni la mitad de delicado que el asunto aquel de la Prieto, o de Elvira, te tienes que acordar, con el tema de la carnicería... –Charcutería ― rectificó. –No, querida ― la hermana ―, carnicería que me acuerdo muy bien porque a qué, si no, que acuérdate si quieres que lo sabía todo el barrio y hasta aquellos tres primos más malos que demonios de… ¿era la Rebolledo? –No… – ¿No era la Rebolledo? –Sí, pero no me quiero acord… –Ah, no te quieres acordar… ¿Cómo entonc… –Sí quiero; pero no de la Rebolledo. –Alicia, que me estás haciendo un lío… Etiqueta: Papeles Categoría: Telas
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Code: | 2306244670664 |
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Date: | Jun 24 2023 21:50 UTC |
Author: | Valentina Luján |
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.