About the work
http://valentina-lujan.es/E/encuentrosperdidos.pdf Encuentros perdidos en lugares olvidados poblados de imágenes borrosas que se han ido poco a poco diluyendo en vapores blanquecinos, esponjosos o humeantes, desprendiendo aromas edulcorados de futuros hallazgos misteriosos de objetos de deseos adormilados aguardando el destierro de los nuevos iconos representando dioses de culturas ignorantes de que a la vuelta de tuerca de cada descubrimiento se abrirán inquietantes perspectivas insólitas mostrando fragmentos escondidos en leyendas arropadas en gráficos incomprensibles trazando el devenir y posterior descuido de todo un periodo de tiempo sin marcar en los registros de instituciones encargadas de dar fe, o quitar importancia, a acontecimientos acaecidos en nombre de impaciencias acuciando a trasferir poderes ocultos en raíces nudosas, doloridas como dedos de anciano, murmurando, en soliloquios de demencia, plegarias invocando piedades que se abisman en sus propios despojos de perdones concedidos a cambio de promesas. 14 de noviembre de 2010 Etiqueta: Soliloquios Categoría: Poesía
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Code: | 1012288150529 |
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Date: | Dec 28 2010 13:18 UTC |
Author: | Valentina Luján |
License: | All rights reserved |
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.