Contratar una asistenta
Alicia Bermúdez Merino
Madrid - Spain
Share in: twitter facebook pinterest url

About the work

http://valentina-lujan.es/alicia/contratarunas.pdf

que ha sido, a pesar de todos mis temores y de tanta inquietud como el sólo hecho de tan sólo pensarlo me ha venido causando durante tanto tiempo, una de las decisiones más acertadas que he tomado en mi vida ya que, no es sólo lo ordenado y limpio que lo tiene todo, ni lo bien que me tiene atendidos a Indalecio y a Manolita (que resultó ser hembra; pero a él lo tolera muy bien y hasta parece que lo escucha con agrado), sino lo meticulosamente ordenados que me tiene los cajones de la mesa que — he de confesarlo enormemente avergonzado — es cierto que durante las primeras semanas los tuve cerrados, con llave, por si se apropiaba de mi obra o me la plagiaba pero, un día, o más exactamente una noche, recibí un mensaje en el móvil (de los que se leen, no mensaje hablado) que, suspicaz como de siempre he sido, tan pronto vi que era de ella — porque fue algo que sucedió muy al principio, cuando todavía desconfiaba porque aún no la conocía — imaginé ya antes de pulsar en “leer” que iba a ser poniendo alguna excusa (alegando por ejemplo que tenía que acompañar al hospital a algún familiar enfermo, o que le habían robado la billetera en el autobús y tenía que dedicar, “seguro”, toda la mañana “porque ya sabe usted — que hasta me parecía estarla oyendo, aunque el mensaje era escrito — cómo se ponen las comisarías en estos tiempos de tantísima inseguridad que vivimos”) para no venir al día siguiente; pero, cuando por fin lo abrí, el mensaje era muy escueto, sólo ponía vea esto, seguido de la advertencia:

Agrande a 200%, que es como mejor se ve.

Así, en rojo, con su mayúscula y su % ― a lo que encontré mucho mérito considerando lo engorroso que resulta buscar esos signos en el teclado tan pequeño de los móviles ― seguido de la explicación de que si pulsaba en el ya mencionado vea esto llegaría, sin dificultad alguna, a la página que ella me quería mostrar.

No pude hacer nada de lo que me indicaba porque mi móvil, mucho menos moderno que el de ella, no tenía internet y, como además me daba vergüenza contestarle con otro mensaje porque tengo muy poca soltura con los puntos y las comas, opté por dejarle — a la mañana siguiente, antes de salir para el ministerio — una notita escrita a mano en la que le daba las gracias por la advertencia del porcentaje pero la informaba, al mismo tiempo, de que no me era posible entrar en la página.

No llevaría sentado tras mi mesa más de cinco minutos ― recuerdo que llegué algo tarde aquel día y había tenido tiempo apenas de poner la magdalena desmigada a los gorriones y encender un cigarrillo ―, porque, eso, también lo recuerdo, eran poco más de las nueve y media, cuando Gutiérrez compareció informando de que una dama deseaba verme.

No me dio tiempo a, sobresaltado al escuchar una voz con la que no contaba, apartar la mirada de mis papeles y levantar la cabeza para, disimulando la sorpresa que me causaba verlo ahí, decirle “hágala pasar” porque una mano femenina enguantada lo empujó, aunque sin brusquedad, a un lado, y tras dedicarle un escueto “perdón” taconeó a paso vivo hacia mi mesa…

– Ah, Lola — dije, poniéndome de pie —; es usted.

– Lamento enormemente interrumpirle; además, yo misma estoy bastante ocupada esta mañana y con unas lentejas en la lumbre… se las dejaré en el frigorífico en uno de esos recipientes herméticos, cuando por añadidura tengo que colocar la cortina de Indalecio que está en la lavadora. Pero en cuanto he leído su nota, tan importante como debe de ser para usted lo que intenté informarle, me he vuelto a calzar y he tomado un taxi.

– ¿Tan urgente es?

En lugar de responder hurgó con celeridad y afanosamente en su bolso; sacó su móvil y, mientras con el pulgar pulsaba con una destreza portentosa por los iconos de la pantallita, declaró:

– Lo va a ver usted mismo en un instante.

Y, acto seguido, colocó el artilugio ante mis ojos y dijo “pulse ahí”, con la uña roja de su índice sobre el vea esto.

Y pulsé, sí, pero para no ver nada más interesante de lo que pudiera ser una copia, o fotocopia bastante pequeña, de cualquiera de los cientos de manoseados expedientes, amarillentos de tan antiguos, que pasaban a diario por mis manos.

‒ ¿Y qué es, Lola, lo que se supone que he de ver aquí? ‒ Le pregunté, intrigado de verla tan expectante.

‒ ¿Lo ha agrandado? ‒me preguntó a su vez, a modo de respuesta.

‒No, pero…No creo, Lola, que sea necesar…

‒Pulse, por favor, de todos modos ‒insistió.

Y pulsé, sí, y la copia (o fotocopia) se agrandó y pude ver, esto:

Este expediente, que contenía...

Etiqueta: Versacionesdeunchup

Categoría: Telas de araña

Registered at Safe Creative

Code: 2305284435998
Date: May 28 2023 14:10 UTC
Author: Felipe Ledesma
License: All rights reserved

More information

About the creator

Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.

Top Works

View all works
Do you want to be up to date with everything that happens in Creators?

Subscribe to our Safe Creative newsletters

I have read and accept the privacy policy

Submit


You have already subscribed to our newsletter.
You will receive our news soon =)


Safe Creative
© 2024 Safe Creative