About the work
http://valentina-lujan.es/A/anteltemordeque.pdf o precipitándome ante el temor de que, temeroso él de que ciertamente no fuera a ser capaz, me retirase su confianza, se buscara otro alter ego y, desentendido por completo de mí y de mi existencia, me dejase abandonado a mi suerte en algún instante inconcreto no registrable en los relojes o punto impreciso no localizable ni con radar ni en ningún mapa, o, que también me asustaba, a una especie de limbo, en definitiva, fuera del espacio y del tiempo conocidos, en el que me vería condenado no ya a una eternidad sin existencia de la que no podría regresar ni aunque nada más fuera para volver a mi despacho del ministerio y, allí, sentado ante mi mesa rebosante de expedientes, poderme decir a mí mismo “este eres tú y este, aunque no el mejor de todos, ya lo sé ― que habrías deseado otra cosa, pero no haber aceptado, que a tiempo estuviste ― tu destino” sino, y que sería tanto peor que no me quise aventurar ni a imaginarlo, expuesto al sentido común de mi madre que, con un sentido tan común a todas las madres de qué es un sentido común distinto del de las madres, me largaría una filípica insufrible protestando que siempre he sido un necio, un tontaina sin resolución ni personalidad ninguna que se deja manipular por el primero que llega, y que a quién habré salido entrando, porque me conozco, en depresión y, en consecuencia, en la nevera a saco y arramblando con medio pollo asado, medio quilo de chuletillas de cordero, un trozo de tarta de chocolate sobrado y una tableta entera de chocolate que, tras mucho hurgar, no lograría encontrar porque, recordaría si lograba serenarme, no tengo nevera ni nada comestible en casa porque desde que me independice adquirí la costumbre de comer en alguna cafetería de la ciudad aunque, eso sí tal vez, de cualquier otra urbe del universo mundo en la que yo hubiese no ya puesto jamás los pies (descalzo, como estaba) sino tan siquiera osado imaginar, porque, y en eso podría estar teniendo razón mi madre, a quién habría salido si, en lugar de su marido (mi padre) lo hubiera sido (su marido) un chico que conoció cuando era joven en unas vacaciones que pasó en las Bahamas que qué manera de inventar tonterías, diría, cuando leyese por encima de mi hombro cuando, ya me habría gustado, sí, las Bahamas, pero yo todas las vacaciones de mi juventud las pasé en Cercedilla. Y que a ver cuándo poníamossss, con los ojos en blanco y su ese tan larga, los pies sobre la tierra y nos dejábamos de dejar arrastrar por ideas estrafalarias. Etiqueta: Versacionesdeunchup
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.