About the work
https://valentina-lujan.es/D/despuesdeha.pdf
Después de haber caminado tres o cuatro leguas reparamos sorprendidos en que, sobre los maizales desnudos de toda aquella luminosidad tan distorsionada por el zangoloteo de los cuadrangulares circunloquios adheridos a las alas desprendidas de los ultrasensibles botarates agazapados tras los vértices cuajados de estorninos enmudecidos por el recalcitrante deslizar de tantos como cuantos nos fue posible atisbar desde tan larga distancia, no eran del mismo material ni igual tamaño que los que veníamos viendo cada atardecer cuando de mañana, buena por lo general, regresábamos de allá donde nos hubiera enviado el azaroso deambular de los pasos contados, y repasados siete u cho veces, por el capataz que, una vez cerradas las puertas y apagadas las luces que adornaban tan cortos entendimientos, se cercioraba de que todos, unos de tras de otros atentos a no empujarse, estuvieran en sus puestos y sin hacer ruido.
19 de mayo de 2025
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.