Que nada se confunda Que el mundo no silencie sus quimeras ni encierre la razón de la añoranza. Que expire la arrogancia que arrebola y el fuego del amor cual almenara se nutra libertino en las auroras, en tanto perseveran las palabras. Que el eco retumbando en el silencio irrumpa el armonioso pentagrama, con notas hacedoras de victorias fluyendo sin control y desde el alma, si ilusos laberintos entre anhelos hilvanan confidentes sus batallas. Que nada se confunda con promesas y el viento no atropelle las plegarias, que el loco desatino de la euforia se pierda en la maldad de la falacia y borre la crueldad de las secuelas del odio retador que desampara. Que el grito espiritual en los desiertos escrute un horizonte sin venganzas y el verbo inspirador de sus historias testigo de un oasis de esperanza, revele sus primicias sin misterios ni absurdas intenciones prejuiciadas. Aimée Granado Oreña©