About the work
https://valentina-lujan.es/CUAZDESVI/cuazul74desvi.pdf
pero hoy la romperé. Hoy mi palabra quedará hecha añicos porque dije que sí, que iría; pero no acudiré porque no tengo seguridad ninguna de no encontrarme con la prima Práxedes…
A usted le extrañará, supongo; le resultará extraño cuando usted sabe, porque yo se lo he dicho, debo de habérselo dicho aunque no supiera ahora mismo repetir con qué palabras. Tiene que saberlo o estos cuadernos suyos serían sólo un puñado de papeles garabateados sin sentido ninguno. Saberlo porque estoy segura de que al nombrarla mi voz tuvo forzosamente que alterarse y usted que notarlo, notar mi admiración por ella y por su manera de estar en el mundo y en la historia, o nada más fragmento de historia pero suficiente, que le tocó vivir y sonreír con su media sonrisa eterna que no la abandonaba nunca ni aún dormida y, ahora, usted no podrá entenderlo pero yo estoy obligada a comprenderlo, me descuelgo… el bisabuelo Montano decía apearse por las orejas, según cuentan… orejas con que no quiero verla.
Tal vez esté muerta. Si pudiera usted recordar, aunque fuera repasando sus escritos, que yo mencionara alguna vez que ella muriese…
Pero le veo cara de no saber de qué le hablo, así que es posible que… Olvídelo entonces o eche tierra sobre el asunto si no desea abordarlo, o, si quiere, si quiere, la cuenta y verá que al hilo de sus páginas de 1996 estaba teniendo cuarenta y cuatro años, y a esa edad no es habitual morirse salvo que sea bajo condiciones muy especiales… y, ya que van tantos tachones — no sé qué le pasa a usted hoy — añada uno sobre condiciones y sustitúyalo por situaciones. Queda mejor; especiales que no se dieron, no, pero por pura casualidad porque estuvo en un tris… ¿o no le conté nunca que una noche se descolgó la lámpara?
Una lámpara de techo, claro, de seis o siete brazos angelitos barrigudos ellos, de alas abiertas y mofletitos inflados sujetando en sus manos un globo de cristal cana uno…
Pues ni aun entonces, cuando la vio destrozada justo a sus pies, perdió la media sonrisa y sólo dijo si te habías pensado que me ibas a dar es que eres tonta…
Le hablaba, a las cosas; hablaba a las cosas como si tuvieran entendimiento, como si tuviesen intenciones… Incluso se enfadaba con ellas si no le obedecían o le llevaban la contraria. Era incapaz incluso de decir que algo, un objeto, era feo, por temor a dañarlo, a que por no sentirse apreciado se pusiera triste… aunque desde la razón entendía que eso era absurdo y, ella, entendíamos todos, sufría; sí, era un poquito terrible, desmedida, en según qué aspectos…
Los accidentes, mire usted, la impresionaban muy poco; todo lo que ocurriera, por malo que fuese, no por intención o mano de personas la conmovía apenas. Lo malo, decía, es querer herir o, aun sin haberlo deseado pero previendo a la vista del desarrollo de los acontecimientos que el resultado será daño, mantenerse uno en sus trece y, al gato — a la prima Práxedes la fascinaban los gatos —, recolocándose el sombrerito que se le había ladeado un poco con el susto…, del gato, claro…, que porque en la vida hay que…, pero que cómo había podido él pensar que…
¿Dije condiciones y le pedí rectificar por situaciones? Pues tache de nuevo, por favor, y escriba circunstancias; es una especie de obsesión que tengo, ¿sabe?, por la exactitud que nunca...
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.