Iniciaba el más emocionante y épico de los viajes, el camino a la adultez. A partir de entonces, ya nada podría ser sin él y, a la vez, nada podría ser con él. Durante un tiempo, hasta recobrar la razón, viviría abstraído de los grises y aferrado a los blancos y los negros. Abominaría de las partes que se combinan para construir realidades y abrazaría el todo o la nada como paradigma emocional. La apostasía de lo convencional sería la única premisa para poder entrar en su mundo. Durante un tiempo, sin éxito, se buscaría insistentemente. Pasaba la vida.