About the work
https://valentina-lujan.es/R/siesloquequi.pdf
– ¿Otro rifirrafe? ― Pregunta, apartando los ojos de la lectura para mirarme.
– Bueno… Es una posibilidad que puede mantenerse ahí, como en reserva, ¿no te parece?
– Si es eso lo que quieres ― hablaba en tono sarcástico, ahora ―, sea. Pero…
– ¿No te gusta?
No dice que sí ni que no sino, en el mismo tono que me resulta hiriente, “pensé que aspirarías a algo más”.
– ¿Algo más? — irritado, sarcástico yo también — ¿Estás seguro de que soy yo quien debo aspirar? Dime, en tal caso a qué.
– Pues a algo más
– Eso ya lo has dicho. Pero, ¿más, qué?
– Si atendieras, no te precipitases y me dieras tiempo para pronunciar los puntos suspensivos… Pero, como no pones el menor interés…
– Está bien; suspensivos, puntos suspensivos; interés, puntos suspensivos ¿Está bien?
– Has vuelto a precipitarte; menor interés en algo que, cómo me has interrumpido, se me ha ido de la cabeza qué coño podría ser.
–Es que, como te pones enseguida nervioso…
– ¡Ya me acuerdo!
– ¿De qué?
– De lo que se me fue de la cabeza.
– ¿Y qué es?
– ¿Tengo que decírtelo? ¿Tengo que hacerlo todo yo? ¿No puedes imaginar, fantasear, resolver?
(Continuará)
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.