About the work
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Pero ella los miró con cierta aprensión y me dijo que prefería que los suprimiera, aduciendo que el hecho de que en su mayoría pudieran ser, como yo decía, extranjeros, no la tranquilizaba del todo porque el español es un idioma muy extendido por el mundo, y que era posible que hasta los japoneses lo hablaran o por lo menos lo entendiesen.
Así que, por no disgustarla a ella ni enfadar más a mí amigo, o por evitar que nos metiéramos en argumentaciones del todo accesorias que nos desviarían de la idea inicial que nos llevase al punto en que nos encontrábamos, tuve que suprimir — entre otras cosas que no voy a enumerar porque la sala estaba repleta de gente —:
1º/ Un grupo de unas veinte niñas de un colegio, todas uniformadas, tomando notas en sus cuadernitos de todo cuanto les iba explicando una señorita alta y delgada, bastante agraciada aunque saltaba a la vista que no era ya muy joven, que debía de ser, imaginé, su profesora aunque no sabría decir por qué ya que su aspecto no era en absoluto (aunque no voy a pararme en hacer la descripción cuando, total, la voy a suprimir con sus gafas y su traje chaqueta sastre y sus tacones tan poco prácticos para tanto rato como hay que estar de pie en un museo) severo.
2º/ Una pareja de ingleses (que lo sé porque los escuché decir interesting) que podían a lo mejor estar siendo americanos, pero, en cualquier caso, iban en pantalones cortos y llevaba (él) gorra de visera del revés y, ella, una pamela con puntillas y caireles que no le iba nada con los pantalones y con las playeras.
3º/ Otra pareja que, esa sí, era de habla hispana porque ella le preguntó a él ¿tenés vos el catálogo? y debió de contestarle que no, o que lo había perdido, porque ella dijo entonces mirá que mi mamá tenía razón cuando decía que siempre fuiste un boludo .
4º/ Un señor mayor, muy bien vestido, con sombrero y traja de corte impecable y camisa blanca con corbata que, la verdad, me dio pena suprimir después de haberse arreglado con tanto esmero.
5º/ El grupo de japoneses (como entre diez o doce, entre hombres y mujeres); aunque a estos no tuve tiempo de suprimirlos porque, tan pronto pisaron la sala, apuntaron a la fragua con sus cámaras y, tras dispararle sus respectivas ráfagas (sin flas, como los japoneses son tan educados), se marcharon presurosos a seguir disparando en la siguiente sala .
...
Ahora, cuando los veo aquí, o, bueno, en la papelera de reciclaje a todos ellos, pienso que qué lástima de tiempo perdido y siento tentaciones de pulsar en “restaurar” y rescatarlos. Pero, eso, dice mi amigo “nos pasa a los escritores muchas veces” — que no sé si lo dice por nosotros, él y yo, o por sólo él y todos los demás escritores; pero tampoco le pregunto para, así, utilizar la frase como más me convenga (o como Lola considere que va a dar mejor juego) —, lo de escribir páginas que luego no encajan en ninguna parte y es necesario desechar.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.