About the work
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dijo con voz temblorosa al principio, pero resuelta a terminar con lo que estaba ante el hecho que se le empezaba a antojar inminente de que la señorita en cualquier momento se le encarase y ¡basta ya de encogimientos de hombros y evasivas; quiero imaginación y un mínimo de arrojo!
Y que Albertina habría dicho que Pascual había dicho, seguro, «de cualquier forma a Pascual hay que sacarlo», tan tarde como era y tanto sueño como todos “teníamos”; pero como aquella era una de tantas tardes en que mamá o no era la de siempre o estaba rara ― Fuensanta lo decía “ésta no sé qué tiene hoy, pero algo le pasa”―, yo no quise, quizá por cobardía, comprometerme hasta ese punto por miedo, por pura cobardía de que me pusieran de cara a la pared aunque ella «yo, Gema» tenía una idea en la cabeza que podría ser tal vez mejor.
–Una idea que quizás pudiese resultar porque — dijo —, aparte de la teoría de los conjuntos de Gertrudis, de la que reconozco no saber ni una palabra, pero “grosso modo” me he for
– ¿“Grosso modo”? – Damián, jugueteando con un ovillo de lana verde porque Proserpina, harta de broncas, había dicho “ese corazón de Jesús, por favor, que alguien lo quite de en medio” –, ¿qué es “grosso modo”?
Ursina iba entonces, tan culta, a contestar algo pero la señorita Ernestina se puso de pie “no es necesario” adujo, pararse a cada paso, dijo, “llevar las cosas a ese extremo” ― aunque, porque la idea de Proserpina sí le pareció acertada, mando guardar el corazón ― y, arrancando de las manos de Damián el ovillo de lana verde, a Lotario, que siguiese, por favor.
jado esta tarde una noción remota, a mí me parece ― ella opinaba, Casimiro no bajaba el dedo, que había otros matices que se podrían incorporar, tener en cuenta a la hora de plantear qué era, es, dijo, la vida... o bueno, la realidad en realidad. Rectificó.
Pero que «mañana con calma; que estaremos todos más despejados» nos comentaría y matizaríamos.
− ¿Mañana? —el primo Remigio.
Y que precisamente, cuánto lo sentía, mañana en concreto debía acudir al bufete de su abogado a tratar un asunto — “no grave” — se apresuró a aclarar notando que Angelita, la tía, se mostraba de repente inquieta; pero sin renunciar a hacer la puntualización no del todo tranquilizadora de “si bien reviste, a qué negarlo, una cierta importancia”.
– ¡Pues sí que es una contrariedad! —mamá, en tono de verdad compungido si bien, sacudiendo la cabeza como quien trata de ahuyentar un pensamiento importuno “en fin; intentaremos arreglarnos”, dijo y, dando unos golpecitos animosa en la mano de su cuñada, que no se preocupase “alegra esa cara, que todo tiene solución. Ya verás” y, a él —: ahora sube a acostart...ah, pero que tonta estoy, si no hemos cenado.
Pero que, de todos modos, si tenía frío, en la balda superior del armario encontraría un edredón y, a Basilia, que se disponía a exponer ciertas razones por las que tampoco ella iba a poder estar presente, con una sequedad que ponía de manifiesto el abismo que separaba los sentimientos que la unían a esta de los que la vinculaban a su hermana, que, bueno, con saber que “nos veremos en dificultades ya es suficiente para irse organizando”, no era imprescindible que, a esas horas, nos pusiéramos de uno en uno “a revelar secretos de vuestra agenda” y que total, un desayuno ligerito ya lo preparamos nosotros, pero los cacharros los encontraría en la pila, sin fregar que lo sepas que cada día se tomaba más libertades cuando vuelvas.
Y, aunque todo el mundo se calló, nos callamos, en vista de esto y de lo otro, lo cierto es, fue, que no pudo ser al día siguiente porque todos tuvimos o tuvieron que hacer cada cual nuestras cosas o las suyas atendiendo a obligaciones y deberes o compromisos de esos que se contraen como los matrimonios o las gripes aunque en el caso de Albertina nada más fue un catarro de los de moquear y llorar de ojos pero con unas decimillas y un ponche calentito por la noche... y poco más y, en apenas una semana... o siete días
–siete días, sí, es lo que siempre se ha dicho ― repuso la señorita Emérita cuando la llamó por teléfono mamá explicando que iba a faltar y “en fin, que se mejore”.
Y mamá dijo “bah”
–no hay que preocuparse ― pasándome su mano por el pelo ―, ésta es de naturaleza fuerte
se levantó, pálida y más delgada y ojerosa ― Georgina, una recién llegada muy impaciente por hacerse notar, quiso que echando fuego por los ojos; pero le dijeron «tú, primero lo básico; que a poner adornos ya aprenderás» ―, corriendo de acá para allá gritando, enfebrecida increpando
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Code: | 2407178698714 |
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Date: | Jul 17 2024 12:42 UTC |
Author: | Isolda |
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.