About the work
http://valentina-lujan.es/trans/Otrotipodempre.pdf
“familiar”, se me ocurre, de esas que empiezan un poco a trompicones y con escasos medios sin más sede social que la habitación del niño al que se desalojó para enviarlo a dormir al comedor ni otros empleados ― había sugerido en alguna ocasión Albertina ― que unos cuantos parientes bien dispuestos… o mal, porque en todo negocio en que los vínculos de sangre andan por medio hay que hacer de tripas corazón a veces y ¿y con Doroteo qué hacemos? cuando se está sabiendo que lo único que cabe es aguantar y que no sería, al fin y al cabo, ni peor ni mejor que cualquiera de otras tantas formas en la muy modesta opinión de una Gema aún sin pulir de, en palabras de Purificación, “cagarla”* aun estando al cabo de la calle de que “bueno, ¿vamos a empezar con tiranteces con todo lo que tenemos por delante, lo que nos queda por enjaretar?”.
Y, el tío Crescencio, que ya, que sí, pero si empezamos con esta rémora no sé yo… aunque, en atención a la pobre Paula porque a Candela, su mujer, lo que más le preocupa es que reine la paz y poquito a poco irá entrando en vereda, ya veréis da un poquito de no se sabe qué negarle la oportunidad de hacerse un hombre de provecho cuando, encima, ella le tiene aprecio porque sí, tiene sus rarezas, qué le va nadie a contar a mi si nos hemos criado, crecido como hermanas, pero que… no sé, en fin, vosotros sabréis.
* Improvisación añadida a la intervención de la Prieto por, como decía la señorita Alicia, “nuestra querida Olivia” que, como tenía por costumbre había vuelto a liarla porque a ver de dónde sacábamos una Purificación tan malhablada, ahora, en plena vendimia con las lugareñas recogiendo las uvas y, las otras, las de la ciudad tan de paso y poquísimo arraigadas, todas tan finas educadas en colegios buenos, panda señoritingas no querrían, y que fuésemos — idea brillante de Quiteria en uno de esos ramalazos de lucidez que de cuando en cuando le venían — a ver si la manceba de la farmacia, o la que llevaba y traía los papeles de la gestoría, o la encargada del guardarropa del restaurante libanes, quería.
Y fuimos; pero, aunque la del guardarropa dijo que le venía fatal porque la función le coincidía con la hora de las cenas, y en invierno con tantas bufandas y tantos abrigos, las otras dos se pelearon porque, como los respectivos negocios cerraban a las ocho, las dos podían y las dos querían.
Así que hubo que sortearlo y la que ganó le dijo a la otra hoy por ti, mañana por mí y que podía quedarse con la Fuensanta o la Georgina del jueves próximo.
− Mira tú qué graciosa — arremangando la nariz la perdedora —, Georgina cuando todo el mundo sabe que Georgina es una recién llegada, una advenediza impaciente por destacar pero, tan verde todavía, que nadie se atreve a caminar por sus calles, ni a hacerse un traje en la sastrería de Gervasio, ni a comulgar las hostias consagradas de la abuela por si hasta don Sisenio y su chocolate y sus bizcochos son mentira.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.