About the work
https://valentina-lujan.es/U/unamuyserep.pdf
que me dijo que sin imaginación no era posible sacar nada adelante, y que si seguía en ese plan mi obra no vería nunca la luz avivando, con ello, los temores que venían ― a pesar de mis esfuerzos por ignorarlos ― desde tiempo atrás martirizándome recordando, cada noche y sin dejarme conciliar el sueño, la boca de labios extremadamente finos de Celedonia pronunciando su “reconozca que el que estas páginas de usted vayan a ser leídas alguna vez es mera hipótesis” que aunque no dicho con acritud se me clavó en el alma como una puñalada; y que ya podía si de verdad aspiraba a publicar alguna vez ir espabilando y atreviéndome a inventar, aventurándome a lugares que ni había visitado ni visitaría muy probablemente jamás y a situaciones de las que sin un mínimo de arrojo y ciñéndose a la más tediosa de las lógicas no era posible sacar ni al más intrépido protagonista “por más que pongas en sus manos todos los revólveres que quieras para tirotear a los que le persiguen o lo pertreches de un paracaídas para que salte desde un avión” porque, dijo también, si es cierto que las motivaciones para cualquier acto han de estar bien estructuradas y los movimientos justificados sean para el bien o para el mal, no es menos verdad que en las situaciones extremas lo único que en definitiva vale o no vale y lo lleva a uno al fracaso o al éxito es la iniciativa personal y, eso “métetelo en la cabeza”, me dijo, la capacidad para resolver cualquier problema, nadie puede dársela mas que su creador y, cuando yo intenté explicarle que todo podía ser más sencillo y no requerir de tantos elementos más propios, parecía, de una película de acción en pantalla grande porque el hombre del traje azul parecía más un próspero empresario de esos que llevan una vida, de más o menos quebraderos de cabeza, sí, pero sólo de cabeza y de echar cuentas de si la bolsa sube o baja y ese tipo de cosas, pero no de riesgos físicos y nada más teniendo que estar tras una mesa de despacho dando órdenes a secretarias muy eficientes, y acudiendo a reuniones con otros empresarios o con gente importante del gobierno y, luego, a comer a un buen restaurante él me dijo que, bueno, que lo de los revólveres y el paracaídas era sólo un ejemplo y que, por mucho que este hombre llevase una vida confortable y sin sobresaltos, no estaba de más consignar si tenía bigote o una amante rubia y un poco regordeta, porque así, cuando el lector se lo encontrase comiendo con una morena esbelta se daría cuenta enseguida de que o él no era el hombre del traje si no tenía bigote o de que la acompañante era su esposa.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.