About the work
http://valentina-lujan.es/Y/yaquiyahora.pdf
Y, aquí y ahora, la cabeza llena de pensamientos y el alma llena de sentimientos que ― se queja ― no sabe expresar ni exteriorizar; unos ni otros.
No pensamientos trascendentes, ni sentimientos nobles; pero suyos, los que mi vida y mi carácter ― dice ― han conformado o los que han conformado su vida y su carácter.
–Es difícil saber qué condiciona a qué, qué fue primero; discernir si la vida no fue como se deseó porque el ser de uno no lo propició o el ser de una forma o de otra hubo de ceñirse a qué y cuánto la vida le otorgó a saber si graciosamente o a mala sombra.
Imagina que, a fin de cuentas, es lo que le sucede a todo el mundo y que la felicidad y la infelicidad son estados bastante parecidos en unas personas y en otras.
Y que hay mujeres que ― dice ―, por poner por caso, contrariadas porque su color de pelo no quedó como se lo pidieron a la peluquera sufren tanto como la que no entiende el mundo ni ― aunque se niega a decir «por poner otro caso no menos risible» y si le pregunto el porqué se encoge de hombros ― encuentra el sentido de la vida.
Tan sufrimiento es ― opina ―, en el ánimo de cada una y en función de las valoraciones e inquietudes respectivas, uno como el otro y, nadie, podría en justicia convencer a aquella de que la aflicción de ésta sea, aun apenas tan sólo por los pelos, más estúpida que la rabieta por éste o aquel color de vida.
–Porque se sufre en la medida exacta de la incapacidad para aceptar lo que hay, tal y como lo hay en el momento en que lo hay; y no más ni menos porque lo que haya o no haya sea o no digno de la comprensión ni la simpatía de quien lo vaya a procesar desde fuera sin más elemento de juicio que el que su personal aceptación o rechazo de su propio qué hay o qué no hay tal y como lo hay en el momento en que lo hay le ponga a mano…
En fin que, como empezó diciendo, es lamentable, y ya termino, embarcarse en disertaciones a sabiendas de que no se va a saber salir de ellas.
A lo mejor está en lo cierto.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.