About the work
http://valentina-lujan.es/Q/quequebraderos.pdf
¿Que qué quebraderos?
Pues muchísimos.
Muchísimos porque, aparte de que está todo tan mezclado y revuelto que cuesta trabajo determinar con seguridad a quién pertenecen unos papeles y otros, cuando leí esta página ― y pese a la forma tan evidente en que parecía poner de manifiesto que no todos eran de ella ― encontré extraño, o chocante, ese (del diario de Valentina) que me hizo sospechar porque… ¿Es normal que si yo escribo un diario especifique en sus páginas que están perteneciendo al diario de Afrodita?
Además, lo que comenta es del todo intrascendente; sólo hace mención a que unos dedos le recordaban a los suyos… que puede ser, porque por qué no; pero a mí me dio la sensación de que era un comentario añadido adrede para despistar, para hacer creer que el auténtico diario de alguien de verdad, de carne y hueso, es de Bernardina y no de ella.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.