About the work
https://valentina-lujan.es/Z/aunsinalud.pdf
aun sin aludirlo expresamente ― y ante la sospecha tal vez infundada por su parte de que no sólo arganeando sino de otras muchas formas y maneras los intereses de los participantes en el acto en cuestión del que estuviésemos tratando o incluso de cualesquiera miles de otros actos que bote pronto no se nos estuviesen ocurriendo pudieran estar yendo tras el logro de metas muy distintas ―, a tomar en consideración las distintas acepciones de un mismo verbo — “porque puede”, decía, “entonarse un bolero tanto como un mea culpa y declinarse lo mismo una invitación que el rosa rosae” colocándose o colocando a otros ante la situación adecuada para encontrarle a cada circunstancia su punto — era, aunque doña Fructuosa lo ignorase, un método infalible para empujar a sus educandas tanto al pecado de la carne como al borde de un precipicio en los que muy poquitas fueron las que no estuvieron en trance de caer empujadas — las más — por la profunda antipatía que sentían hacia ella, tan adusta, y con aquel su aspecto de solterona amargada (continuará)
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.