XXV - 2024 CUNNILINGUIS

Mi hocico, entonces, era aún bisoño,

se empapó al quitar las telarañas

metiendo mi cabeza y las pestañas

entre sus muslos, en mitad del coño.

Su clítoris, mucoso y tan londoño,

impregnó mis orejas de lasañas

diversas, que chorrean como cañas,

que ciego me dejó el chumino oroño.

Esparraguera, hirsuta y encrespada,

que esa concha tenía tan rasposa,

que a bacalao hedía al ser osada.

Esa tía es tan puerca y asquerosa,

que vomitando arcada tras arcada,

jamás yo volveré a probar tal cosa.

José Luis Guillén Lanzas, 2024-05-08

www.joseluisguillenlanzas.com

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