About the work
http://valentina-lujan.es/alicia/lapuertaquealas.pdf
que, a la sazón o por entonces dependiendo de si el turno tocaba a alguno o a alguna de la tutoría de don Cliptemestro — que puntuaba muy alto el lenguaje literario — o a pupila o pupilo de la señorita Adosinda — más exigente con que le contaras cuándo pero sin necesidad de adornos — venía a ser, en líneas generales y en espera de que nos trajesen la de la cochiquera que había sido del Rosado de las de Calzada (al que, por cierto, rendían ellas, las de Calzada, emocionado homenaje a la hora de merendar en tanto que los demás nos teníamos que conformar con mortadela), la raya en el suelo hecha con tiza verde (siempre verde) y que iba desde el perchero del que se colgaban los arneses hasta justo debajo de la bombilla fundida que no había que confundir con la de tiza roja (siempre roja) y podía ir en cualquier parte con tal de que diera (una vez abierta, con su picaporte y todo porque, así como Adosinda no, Estefanía sí que cuidaba mucho los detalles cuando le tocaba hacer la suplencia que era por lo general los martes) acceso al mirador acristalado del tercer piso desde el que, a la caída de la tarde, se podían contemplar unas puestas de sol maravillosas que según ella, Estefanía, tenían que ser al estilo de las acuarelas de Turner mientras que para don Cliptemestro (que no necesitó nunca suplente porque tenía una salud de hierro y era muy cumplidor) y para Adosinda podía servir, sin mayor problema, cualquier otra aunque no fuese de alguien famoso y tuviera incluso alguna mancha que no viniese al caso y ya imposible de arreglar — que todo el mundo sabe lo difícil que es la acuarela — pero, “por favor” decían, porque esas cosas sí que los ponían a los dos frenéticos, con las comas y los puntos en su sitio y, sobre todo, sin unas faltas de ortografía que Estefanía, sin embargo, pasaba por alto, porque los detalles sí, los detalles sí pero dando siempre margen a la imaginación que, libre o inconsciente, podía y por qué no, tomarse la licencia de interpretar por nubecilla, o globo aerostático o incluso avión, lo que para cualquiera de los otros habría sido un borrón “porque ― don Cliptemestro sobre todo ― a ver si aprendemos a utilizar la estilográfica”, mucho más elegante, según él, que “ese invento tan moderno del señor Biró”.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.