... bajar siguiendo la pista de la manecita
Alicia Bermúdez Merino
Madrid - Spain
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…bajar siguiendo la pista a la manecita esa, la de arriba — no, claro, aquí no, eso ya lo sé yo, pero ahora estoy hablando desde el recuadrito ese que está en una esquinilla, abajo a la izquierda, de la página de dónde vengo porque, a mí como a todas las madres siempre nos toca, como con la comida, que ya estoy engordando otra vez quedarnos con los retales y las sobras y lo que nadie quiere — que ya, de tan obsesionada, ni escuchaba las películas que los otros viajeros se contaban nada más que en un sinvivir de a ver si logro yo encontrar de dónde está viniendo esta que, si lo sé, de qué me meto yo en el atolladero de hacer ninguna trampa.

Si lo llego a saber, en su momento, no me achico ni me amilano yo ni por unas cortinas ni por unos cristales ni por todos los muebles de cocina de este mundo que los arrastro yo y quito, pues, lo que hay siempre detrás de todos los muebles de cocina que no se han movido desde que se casó una ¿qué va a haber? Pues una pinza de la ropa, el lapicero Alpino de pintar del niño, cincuenta céntimos de los de agujero (o sea que tuvo que caerse pues, qué te diría yo…, bueno, es igual, no me quiero poner de mal humor), seis o siete mecheros, un pendiente y tres horquillas.

Pero no; estaba tan cansada después de las bodas y de los divorcios y de los bautizos y con un verano a mis espaldas y que sube y que baja al trasterillo y otra vez el otoño y vuelta a las alfombras que, pues la verdá que no me sentí con fuerzas la verdad sea dicha.

Así que, cuando después de colgar el teléfono y decirle a la de yastel que no, que no me iba a cambiar de compañía y que ya se lo podía haber aprendido porque en los últimos siete meses me lo preguntaba todos los días volví y me di cuenta de donde había ido a caer, me dije yo que no, que esa paliza no; y borré tan sencilla (con sus dificultades, que deshacer lleva también su engorro) y me volví como si tal cosa y sin pensarlo a donde estaba antes de que sonara que era aquí:

Pero yo estaba (que ahora no quiero perderme para no perder, por lo menos, el rastro de dónde sé que es donde se pierde la pista) con el asunto de la manecita que venía, o por lo menos ahí es donde yo me la encontré por primera vez de aquí y que me tenía a mí pues tan contenta pero, ahí, donde me encontré las letras en fondo amarillo (en realidad en la página siguiente, en la que hice clic en lo de la memoria, pero que ahora ya no quiero ir para no llevarme otra vez el berrinche de ver que es una especie de culo (lo siento pero se llama así) de saco que no tiene salida y que se corta ahí.

Y por qué le quería seguir la pista yo a la manecita, que ahora no soy ya capaz de acordarme con esta cabeza tan malísima que tengo que, de verdad, no sé yo que va a terminar pasando ni conmigo ni con ella.

Me tengo que ir a poner la presión a las acelgas.

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Code: 2404277799380
Date: Apr 27 2024 12:07 UTC
Author: Tarde de otoño en la ciudad
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Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo. No tengo formación académica.

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