About the work
http://valentina-lujan.es/trans/Caramba.pdf
“Caramba” en vez de cualquier otra palabra algo más gruesa porque — si bien los recuerdos de Aspasia y los míos eran, son, decía por ir aligerando cualquiera de las dos Fuenfría prácticamente idénticos salvo en pequeñas diferencias… ¡y de Proserpina no se disponía de datos muy concretos porque Luzmila era un verdadero desastre! — ella, Aspasia , siempre estuvo mejor educada porque, por circunstancias sobre las que cada vez que se sacaba a relucir el tema papá, temeroso siempre de que un exceso de datos que memorizar pudiese distraerlo apartándolo de sus investigaciones, insistía en “eso saltároslo, que se puede obviar”, se había criado, y de ahí tal vez tantos puntos de afinidad como siempre tuvo con la abuela, con ella, en un ambiente bastante más selecto y tan distinto del que los demás gozásemos.
Un sencillo y anodino “Caramba” que, si no venía a coincidir con la afortunada circunstancia de que la tía Melinda — que era la más exigente con lo que ella se obstinaba en denominar rigor histórico y Felipe el segundo llamaba llanamente minucias que no aportan absolutamente nada a la idea central que nos ocupa — estuviese discutiendo por lo bajo con el tío Aniceto, acarrearía demoras y algún disgusto porque objetaría, ella, que ahí jamás se había dicho semejante cosa sino… algo que deslizaba en el oído de su esposo seguido de la indicación de anda, dilo.
El tío Aniceto decía entonces alguna otra palabra algo más gruesa y que por qué, de parte de la tía, se toleraban licencias tales.
Era justo este — cuando apenas el tío Astolfo acababa de arrancar explicando que por cuestiones familiares la tía Bárbara se había criado lejos, con su otra abuela, una señora rica y elegante que le había proporcionado una educación costosa en un ambiente mucho más refinado que el que los demás gozásemos — uno de los tantos puntos en que mamá se ponía hecha el basilisco que solía y, furiosa, se encaraba con él preguntándole dónde estaba el gozo “dónde coño, que no sé ni cómo me contengo para no ahogarte, Astolfo” de haber vivido poco más que al filo de la indigencia aunque, en honor a la verdad — o eso era al menos lo que la madre de la prima Juliana decía — ella exageraba y no le hagáis mucho caso, ya sabéis cuánto la altera su herm… bueno, “medio”, claro, con sus delirios de grandeza sólo por contrarrestar.
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.