About the work
https://valentina-lujan.es/Q/donagardenia.pdf
►doña Gardenia
Su versión de quienes somos que en su momento nos proporcionara Sonsoles podía no ser (y en verdad no era) una de las más brillantes — o rompedoras con las ancestrales y tan arraigadas formas de versionar — ni exhaustivas o merecedora de ser tomada por fuente fidedigna o capaz de calmar la sed de verosimilitud que el ocasional internauta anduviera buscando saciar bebiendo en estas páginas, pero sí perfectamente digna de ser mencionada y recordada si se considera que, gracias a ella y por su mediación, se hicieron un pequeño hueco en nuestra Historia voces tan anodinas como la de Gutiérrez , o las de las Recuero, o la de la tía Tirrena, o la de la criada de don Federico, o la de Albertito el del tuerto que — por cierto y en reconocimiento al respeto que en el sentir de la aludida merecía la opinión de alguien que no estaba precisamente “cantando “(como diría Asdrúbal Cifuentes) unas virtudes que, ella sabía mejor que nadie, en absoluto la adornaban — no va, a petición expresa de la antedicha, a ser ni más ni menos silenciada que la de Teresita Ledesma o la de Tornasol o la no identificada en la letra de la cancioncilla que ilustra el archivo titulado “En la casa de Tócameroque” a las que se puede, con toda comodidad y sin tipo alguno de censura, acceder por procedimiento tan sencillo como es el ir pinchando en cada uno de los enlaces siguientes:
• La casa de doña Gardenia, en un tercer piso de la calle de los Tornasoles. (Teresita Ledesma)
• ¿Qué credibilidad habría de concederse a lo que fuese oportuna y respectivamente referido por Teresita Ledesma y por doña Gardenia? (Tornasol)
• En la casa de doña Gardenia había cuatro putas y mucha jodienda. (En la casa de Tócameroque)
• Por muy de viuda de fiscal del tribunal de cuentas de que se las diera ante sus huéspedes había sido siempre soltera y, por más señas, querida del pescadero que tenía su puesto justo enfrente de la carnicería de las Gongordiola y le había puesto un piso, un piso y ningún chalé encima, por cierto, de doña Loreto; que esa sí que era doña, pero tan apocada y tan poquita cosa que nadie lo hubiera dicho. (Albertito el del tuerto).
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About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.