About the work
https://valentina-lujan.es/trans/latiaviudadelasdec.pdf
Que no era ni tía ni viuda ni de las Cornejo sino sobrina de una de las hermanas de doña Escolástica que se había casado con un suazi que tenía una plantación de azúcar, allí, en Eswatini, al que había conocido visitando el santuario de vida silvestre de Mlilwane y, ella, la niña, que había venido de vacaciones con sus padres y se puso muy contenta cuando vio el mar porque en su país, dijo, tenemos elefantes y cebras y leones pero mar no aunque nos queda cerca, ilusionada no sólo por conocer la playa — que casualmente la picó una medusa, con lo que eso escuece, pero le pusieron hielo y casi ni lloró — sino también a su abuela y a sus hermanas quiso, por aquello de sentirse integrada, participar en las actividades del día a día, como una jovencita más de nuestra pequeña comunidad, y se ofreció a desempeñar el papel que se le asignase asegurando, con los ojos brillantes de emoción, que haría con mucho gusto y su mejor saber hacer lo que a criterio de la autoridad competente — entiéndase Genoveva o, si andaba ocupada diseñando farolas o asfaltando la calle principal porque estaba muy empeñada en que tuviéramos coches aunque no fuesen de momento de motor de combustión, la que figurase en la lista como primera suplente — se le encomendase.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.