About the work
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FOTO DE CRONOS PERSIGUIENDO A PEGASO EN SU CAMINO A SIRIO
La veía pasar cada mañana y se decía un día la abordaré pero jamás se
resolvía y continuaba allí siempre tras los cristales tan gruesos de sus gafas
prometiéndose de mañana no pasa y desarmando y armando sus relojes
que una vez reparados colocaba dentro de las correspondientes bolsitas
de papel a la espera de que los dueños regresaran preguntando ¿y mi
reloj? Y así todos los días hasta que uno no más gris que cualquier otro de
otoño ni más frío que cualquier otro de invierno ni más prometedor que
cualquier otro de primavera ni más sofocante que cualquier otro de
verano ella entró por la puerta y dijo buenos días y rebuscó en su bolso y
lo posó allí encima y declaró no anda y él la miro asustado y quiso decir
pero señorita yo no puedo pero ella había dado ya media vuelta y la
miraba lleno de perplejidad caminar por la acera alejándose no sin haber
declarado mañana volveré espero no encontrarlo parado usted parece un
buen profesional y en sus manos lo dejo y ciertamente en sus manos lo
tomó si bien lo volvió a depositar de inmediato desalentado y lamentando
por qué no me habrá traído uno corriente un reloj normal que yo pudiera
al regresar ella mañana ponerlo gentilmente en su muñeca y bueno aquí
está espero que no le dé más contratiempos y… ¿qué más?... nada más
maldita sea su suerte tan tímido tan de toda la vida y tan sin saber nunca
cómo ingeniárselas para romper el férreo círculo de ruedecitas y resortes
único en que se sabía desenvolver y ahora aquello que bien estaba ser un
fracasado en todo lo demás pero cómo decir a la mujer de sus sueños a
aquella por la que desde tan antiguo suspirase su reloj señorita no lo he
sabido arreglar y ella le dedicaría una larga mirada de desprecio y diría
usted me ha decepcionado y pasó el día terriblemente inquieto y no pudo
dormir y cuando a la mañana siguiente alzó el cierre le temblaban las
manos y que Dios me ayude debe de estar a punto de venir y el reloj ahí
parado y en efecto pocos minutos más tarde se presentó y dijo vaya lo ha
conseguido y fíjese me tenía desesperada y él pero si no lo he tocado y
ella hay que ver lo bromista que es usted cómo se puede decir una cosa
semejante cuando a la vista está y él que a la vista qué y ella cómo que
qué si además va en punto fíjese y lo que no me puedo explicar es cómo
usted puede no verlo y estoy segura de que lo único que está
pretendiendo es desconcertarme ustedes los hombres son tan vanidosos y
se creen que las mujeres somos tontas y que no nos damos cuenta de sus
tretas pero no es ese mi caso no señor no me voy a dejar así como así
llamar necia en mi cara y él pero yo no he pretendido señorita cómo ha
podido usted pensar y ella pero si no he pensado nada me estoy ciñendo a
FOTO DE CRONOS PERSIGUIENDO A PEGASO EN SU CAMINO A SIRIO
la evidencia mírelo o casi mejor ¿no le parece? Lo dejamos sobre el
mostrador para que usted lo pueda observar durante las próximas
veinticuatro horas sin prisa y mañana cuando vuelva me dice si estoy
teniendo o no razón.
− Y, mírelo — dice —, ese es.
Y que maldito el día en que se presentó en su taller diciendo no anda y
que maldita la arena que marcó veinticuatro horas más tarde el inicio de
su desencanto.
Fin
Nota: Esta es la versión original. Posteriormente escribí otra muy diferente y más larga,
manteniendo el mismo título.
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.