About the work
https://valentina-lujan.es/C/correracielo.pdf
Correr a cielo abierto, sobre tumbas desnudas, con los ojos cerrados y sintiendo en la piel el tacto de la tierra.
Cerrar a cal y canto los ojos a qué quiero no ver por no juzgarlo, por no saber que siento dolor al enjuiciarlo.
Calmar la sed que empapa el clamor de palabras renunciando al derecho tan suyo a ser habladas.
Cavilar despacito antes de no dar tregua a qué cabe entenderse por la recta conducta ajena a pareceres.
Cribar con tamiz fino el grano de la paja, y quedarme tan sólo con qué ya no contiene residuos ni desechos de encubierta falacia.
Contar sin confundirme cuantos cuentos se cuentan lejos de confortables fuegos de chimeneas que dicen de princesas, dragones y fantasmas.
Calcular la medida exacta de la entrega con que debo no darme a ceder a quimeras ni a abjurar de qué entiendo por verdad con certeza.
Contener el impulso que alienta a no medirse ni a mirarse de lejos, con la sabía distancia que pondrá coto y veto a burlas y a lamentos.
Cincelar muy finito, y sin que tiemble el pulso, los surcos que recojan recorridos que busquen un lugar en el tiempo donde no pase nada .
Culminar la tarea de vivir en el mundo sin haber olvidado que morir es tan sólo romper con las amarras que conculcan las leyes terrenas y arbitrarias.
Conocer el sentido de la palabra justa que no confunda a nadie cuando digo “conculcan” las leyes de que hablo, no las leyes sagradas.
Enterrar en las tumbas desnudas de que hablo el correr de las horas que he dedicado a penas y a apenas diez cigarros.
Y romper la cadencia decadente y malsana de ceñirme a la norma que por jugar me impuse de conjugar sonidos con ritmos y palabras y expresión de deseos que no sé si me agradan, me oprimen o me enfadan.
A correr.
7 de abril de 2019
About the creator
Escritora, porque la escritura es lo que profeso. Pero, no siendo la escritura mi fuente de ingresos, no me atrevería a denominarla mi profesión. No creo, por otra parte, que estuviera dispuesta a avenirme a complacer a nadie, lector o editor. Ni a comprometerme a cumplir los plazos de entrega a que deben ceñirse tantos de los que publican. Literatura por encargo, como si el escritor fuera un sastre o un fabricante de electrodomésticos. Me espanta el sólo pensarlo.
No tengo formación académica.
Ah, que se me olvidaba explicar a mis lectores, y a mis seguidores, y a mis amigos y enemigos, por qué "Telas de araña con bastón, canario y abanico"; y ello es por algo tan sencillo como el hecho de que la vida, todas las vidas, son exactamente una tela de araña, entretejiéndose, las unas con las otras.
He de confesar también que el título no se me ocurrió a mí; no. El título es el de un cuadro, grande, al óleo, que vi hace muchos años no recuerdo ya dónde en una exposición y en el que, aunque me dejé los ojos escrutándolo, no logré encontrar ni el bastón ni el canario ni el abanico y que, además y desafortunadamente, no recuerdo el nombre del autor.